La rueda

Más difícil todavía, 'president'

Mas intenta renunciar a las siglas de CiU para salvarse en nombre de la unidad

SAÜL GORDILLO

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Artur Mas podría avanzar las elecciones forzado por el hipotético fracaso de la consulta que se comprometió a celebrar. Este fin de semana el president ha lanzado algún dardo a sus socios aliados en el frente del 9-N, bajo el nuevo mantra que intentará imponer el soberanismo: la unidad. Mas pretende salir reforzado del veto del Estado con un triple salto mortal: salvarse electoralmente deshaciéndose de la mochila de CDC tras el escándalo del fundador Pujol Soley, amarrar a sus socios ambiguos -la Unió de Duran que da libertad de voto cuando está en apuros- y neutralizar el crecimiento de la ERC de Junqueras. La fórmula mágica se llama lista unitaria, aunque se trate de una candidatura conjunta, de perfil seudoindependentista y transversal, con el propósito de diluir las siglas que hemos conocido las tres últimas décadas.

Mas esconde el partido consciente del lastre y de una sensación que recorre cierto soberanismo cívico. Hoy CiU y su entorno restan, mientras que la figura del president concita una relativa simpatía. Reaparece la campaña #totsambelpresident y se lanzan mensajes como «el partit del president», que no se sabe qué quiere decir más allá de salvar el pellejo tras las negativas sistemáticas y supersónicas del Estado bipartidista agónico.

La operación no está mal vista, pero tiene algún problema. Que Mas habrá sido incapaz de poner las urnas como le pidió Forcadell tras la masiva V de la Diada, y que la izquierda se está articulando en torno a una propuesta netamente independentista y el liderazgo emergente de Junqueras. Esa izquierda no tolera que la ambigüedad de CiU con la consulta se prolongue después de unas plebiscitarias con el anzuelo de la unidad y enmascarando una tercera vía en nombre de la reforma constitucional.