Marsala

La empresa Pantone nace de la posibilidad de combinar colores robustos, nítidos y planos para que, en porcentajes ajustados, nazcan otros, variaciones de los primarios, en función de la cantidad de amarillo, cian o magenta que se vierta en la mezcla. Si no existiera esta mezcla, todo sería muy aburrido y excesivamente contundente, y por eso nos embobamos tanto con el abanico del Pantone, que se abre, se extiende y se exhibe como si se tratara de la cola de un pavo real.

La compañía procura convertir el asunto del color en toda una filosofía. No hace mucho, por ejemplo, editó un libro que se llama Colorstrology: what your birthday color says about you. Es decir, cómo eres a partir del color que te corresponde según el día de tu nacimiento, un color que, por supuesto, han elegido ellos, me parece a mí que de manera aleatoria. Resulta que cada día tiene un color. El de ayer, por ejemplo, era una especie de púrpura violeta que es difícil de describir.

Con esto no es suficiente. También eligen el color del año, el de moda, el que lo identifica. El 2000 fue cerúleo, ciertamente triste y apagado, y luego vino un fucsia rosa y un rojo de verdad, y un chilli pepper y uno de mimosa e incluso otro que llamaban tangerine tango o uno más que era radiant orchid.

Deben saber que el color del 2015 será el del marsala, en honor al vino granate y dulce de Sicilia. Aunque no sé a ciencia cierta si es el vino es el que inspira el color o es justo al revés.