Al contrataque

Mariano, tenemos que hablar

La periodista Gloria Lomana y el presidente Mariano Rajoy, poco antes de empezar la entrevista en Antena 3.

La periodista Gloria Lomana y el presidente Mariano Rajoy, poco antes de empezar la entrevista en Antena 3.

RISTO MEJIDE

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«Una cosa es hablar con todo el mundo y otra es hacer lo que todo el mundo quiere que tú hagas». La frase, textualmente transcrita, no la dijo cualquiera. La pronunció hace unos días el presidente del Gobierno de un Estado de derecho presuntamente democrático. Y tampoco la dijo en su círculo de amigotes tras unas birrasla pronunció en Antena 3, cadena nacional, y en prime timeprime time, es decir, delante del pueblo, delante precisamente de «todo el mundo».

Mariano, tenemos que hablar. Para empezar, estar dispuesto a hablar con todo el mundo no es que sea un favor que le estás haciendo a nadie, es que se trata de tu trabajo, tu obligación, y si me apuras, debería haberse convertido ya en tu credo, tu religión. Justamente para eso te contratamos los españoles. Así que te agradeceríamos que no lo esgrimieses como si fuese un don divino de estadista cada vez que se te pregunta.

Gobernar es rectificar

Mariano, tenemos que hablar. Pero hablar de verdad. No me vale que nos digas que estás dispuesto a hablar siempre y cuando no sea sobre determinados temas. Gobernar es rectificar, decía Confucio. Y hablar con otro es ante todo escuchar, añadió un tal Quoist. Si sumamos el sentido de ambas frases, entenderás por qué tu disposición al diálogo no es más que una farsa, una mentira, bla bla bla de bien queda, postureo electoral.

Un diálogo no es tal si una de las dos partes manifiesta abiertamente que jamás cambiará de opinión, si no lo inicia dispuesta a rectificar. El diálogo se transforma entonces en dos monólogos simultáneos y solapados, que desembocarán como mucho en un debate televisado entre dos tertulianos, pero jamás en un diálogo político con resultados tangibles y prácticos para el ciudadano. De ahí el triunfo de los partidos nuevos, de ahí que nos hayamos hartado de la gente que no se escucha, de ahí que estemos tan cansados del y tú más.

Y es que sobre todo, Mariano, tenemos que hablar porque en «hacer lo que todo el mundo quiere que tú hagas» consiste precisamente la esencia de la democracia. Ni siquiera hace falta que lo quiera todo el mundo. Basta con que lo quiera la mayoría de un Parlamento, ya sea español o catalán. Así que si no te sientas a hablar justamente sobre esos temas que evitas, ya no eres apto para tu puesto de trabajo, y francamente, tampoco lo es Mas. Los catalanes que no estuvimos ni a un lado ni al otro del plebisfail nos hemos sentido desamparados, refugiados ideológicos en nuestra propia casa, huérfanos de un diálogo del que sentirse orgullosos, ya no digamos de alguien que nos pueda representar.

Mariano, tenemos que hablar. O mejor dicho, si no lo has hecho hasta ahora déjalo, porque algo me dice que muy prontito ya nos vas escuchar.