La clave

¡Mariano, un purito!

JUANCHO
Dumall

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Mariano Rajoy no quiere debates preelectorales a cuatro porque sabe que se convertirán en debates de tres contra uno. Tampoco quiere conceder la categoría de partidos mayores a Ciudadanos y Podemos. El PP se maneja mejor con el modelo político tradicional de bipartidismo imperfecto y con un PSOE débil. Debatir con Albert Rivera y Pablo Iglesias sería, piensa Rajoy, conceder carta de naturaleza a dos advenedizos. Y la excusa perfecta es que tanto el partido naranja como el morado carecen de representación parlamentaria en las actuales Cortes españolas. Pero se trata de un pretexto inconsistente que huye de una realidad contrastada en todos los estudios de opinión, según los cuales en este momento son cuatro y no dos las formaciones que tienen mucho que decir después del 20-D.

El presidente del Gobierno pretende que a los debates a cuatro vaya la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, buena conocedora de la acción de Gobierno, con dotes comunicativas y bregada en el forcejeo con la oposición. Atresmedia ha aceptado que Soraya se siente en la cuarta silla del debate que emitirán sus cadenas el 7 de diciembre. De ese modo, Rajoy lanza también un guiño sucesorio a sus propias filas y al conjunto de la sociedad.

El cara a cara

Y al aceptar un cara a cara exclusivo con Pedro Sánchez -el que organiza la Academia de Televisión el día 14- consagra al socialista madrileño como su adversario principal, ningunea a Rivera e Iglesias y muestra su confianza de derrotar al candidato socialista, al que ve todavía falto de tablas.

Pero donde los estrategas electorales del PP han rizado el rizo es en la programación de apariciones de Rajoy en programas como Tiempo de juego (COPE) , de anoche, o En la tuya o en la mía, de TVE, el próximo miércoles. Para el hombre del plasma es mucho más cómodo comentar el fútbol del Real Madrid y fumarse un purito junto a Pepe Domingo Castaño que hablar de Bárcenas frente a Rivera. Mucho mejor un finito y una charla distendida con Bertín Osborne que la pesadez de una pelea con Iglesias sobre la pobreza y la desigualdad.