Rajoy y los buitres

JOAN COSCUBIELA

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Es tanta y de tal intensidad la hiperactividad del Gobierno del PP para imponer su modelo de sociedad mercado, aprovechando la crisis, que cuesta mantener informada a la ciudadanía de las fechorías que se están cometiendo.

Entre estas políticas ocultadas por el Gobierno, está el trato privilegiado a los fondos buitre. Estos fondos, que teóricamente tienen mayor riesgo y a cambio elevada rentabilidad, han encontrado en la España de Rajoy su paraíso. Dos ejemplos de actualidad:

En el proceso de reestructuración bancaria y venta de las entidades financieras saneadas con recursos públicos, el FROB ha puesto en marcha una estrategia para deshacerse de la cartera de créditos hipotecarios.

La movilización social contra los deshaucios está convirtiendo los créditos hipotecarios, los más seguros y solventes del mercado, en unos créditos incómodos para los bancos y sus futuros compradores. Por eso, el FROB ha dado instrucciones para que los bancos de su propiedad se desprendan de su cartera de créditos hipotecarios.

Los compradores de estos créditos hipotecarios son fondos buitre que además exigen una valoración muy a la baja del valor de las carteras de créditos que compran. El resultado es que los fondos buitre compran a precio de ganga, y la diferencia entre el valor contable y lo que abonan los fondos buitres la pagan los ciudadanos. En el caso de Catalunya Caixa, el coste puede llegar a los 1.500 millones de euros, que irían a cargo del erario público.

Un efecto colateral será una mayor presión a las familias hipotecadas. Su capacidad de movilización social frente a los fondos buitre es mucho menor que frente a las entidades financieras. Así, los fondos buitre se garantizan una elevada rentabilidad en su inversión de compra de créditos hipotecarios. Nunca el epíteto "buitre" fue más acertado.

Otro ejemplo: el Real Decreto Ley 4/2014 sobre refinanciación y reestructuración de deuda empresarial, que se tramita como Proyecto de Ley, con el argumento de facilitar la supervivencia de las empresas incursas en procesos concursales, está propiciando un nuevo negocio para los fondos buitre.

Esta normativa facilita los acuerdos preconcursales entre los acreedores financieros y las empresas en dificultades, supuestamente para garantizar su viabilidad. Pero detrás de esta bienintencionada motivación se esconden dos efectos colaterales, buscados por el Gobierno.

El impacto en términos laborales es importante. Al no excluir lo créditos laborales --como sí se hace con los créditos públicos de Seguridad Social y Hacienda--, el acuerdo a que puedan llegar los acreedores financieros para reestructurar la deuda puede afectar negativamente a los créditos laborales, que hasta este cambio normativo mantenían preferencias frente a otros créditos. Eso, sin olvidar que estos acuerdos pueden tener consecuencias laborales en forma de reducción de empleo, sin garantizar los derechos de información y negociación de los trabajadores.

Pero lo más grave es que esta normativa facilita un nuevo negocio para los fondos buitre, en la medida en que se les da el mismo trato que a acreedores financieros sometidos a supervisión, los bancos, sin estarlo ellos. Y el resultado es que se está propiciando una estrategia de compra por parte de estos fondos buitre de los créditos financieros para después rentabilizarlos. Por supuesto, el objetivo del empleo no está entre sus prioridades.

Les aseguro que esta afirmación no es especulativa. Algunas empresas que se encuentran en esta situación se han puesto en contacto con nosotros para explicar la situación de indefensión en que les coloca el Gobierno frente a los fondos buitre. Y el Partido Popular, siguiendo instrucciones del Gobierno, se ha negado a aceptar enmiendas que podrían evitar esta barbaridad.

Para entender esta connivencia, es bueno reseguir el hilo que vincula a los accionistas-propietarios de estos fondos buitre con entidades financieras de inversión, grandes despachos y Gobierno.

Llegados a este punto, la pregunta a hacerse es: ¿Quiénes son los verdaderos buitres?

Post publicado en el blog de Joan Coscubiela