El momento dulce de Mariano Rajoy

El líder del PP es, hoy por hoy, uno de los políticos europeos con más largo futuro

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, habla desde su escaño en el pleno del Senado.

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, habla desde su escaño en el pleno del Senado.

JOAN TAPIA

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Hace un año Mariano Rajoy no era un político acabado pero sí tenía muchos problemas. No se presentó a la investidura, que le correspondía al tener el primer grupo parlamentario, por miedo a perder. Y dejó que Pedro Sánchez pasara delante. Ya intuía -o sabía- que era un regalo envenenado.

Ahora todo ha cambiado. Ha ganado dos elecciones sucesivas y el PIB español fue el año pasado el que más creció de Europa. En una UE asaltada por el populismo y la inestabilidad, Rajoy es hoy curiosamente un raro ejemplo de perdurabilidad.

España ni fue fundadora del Mercado Común en 1957 ni está "consagrada" como uno de los cuatro grandes de la UE y buena prueba es que en el 2012 perdimos el importante sillón del BCE. Pero el lunes François Hollande invitó a Rajoy a la reunión de Versalles del próximo día 6 en la que los cuatro grandes de la UE intentarán fijar una posición común ante la cumbre del 27 de marzo que coincidirá con el 60º aniversario del tratado de Roma. Y de los cuatro políticos que se verán en Versalles, Rajoy es el que, a primera vista, tiene más futuro por delante.

Hollande se va en mayo y es muy difícil que le suceda un socialista. El italiano Paolo Getiloni es un primer ministro de paso, a la espera de la vuelta de Matteo Renzi... o de no se sabe quién. Incluso Angela Merkel tiene unas complicadas elecciones en setiembre y el nuevo candidato del SPD, Martin Schulz, experimenta una fuerte alza en las encuestas. En el frente europeo, Rajoy vive un momento dulce.

Y este momento es consecuencia de la estabilidad interna, relativa pero superior a la de Francia e Italia. Gobierna sin mayoría pero ha sabido llegar a pactos no solo con C's, sino también con el PNV e incluso con el PSOE. Y la oposición de izquierdas no lo tiene fácil.

LA FRACTURA EN PODEMOS

Podemos sobrevive, pero la fractura con Íñigo Errejón es fuerte y el ascenso de Irene Montero garantiza mucho verbalismo izquierdista. Pablo Iglesias proclama que es una vergüenza que gobierne Rajoy pero no puede gritar mucho. No hacía falta que votara a Pedro Sánchez, culpable del pecado de haber pactado con Albert Rivera. Solo con que en marzo pasado -cuando la investidura de Sánchez- no hubiera mezclado sus votos con los del PP, Rajoy no estaría en la Moncloa.

¿Y el PSOE? Resiste bien en las encuestas, pese a estar sin líder, y la gestora lleva el día a día con un notable alto, pero no se han cerrado las heridas del pasado 1 de octubre cuando la dimisión forzada de Sánchez. Es más, el cisma entre sanchistas y susanistas parece haberse agravado al perpetuarse y no es seguro que las primarias de mayo arreglen las cosas.  

LOS PRESUPUESTOS

Y curiosamente la guerra intestina del PSOE puede rebotarle a Rajoy. En pleno proceso congresual los socialistas no votarán los presupuestos. Rajoy, con el techo de gasto aprobado, puede tirar. Pero los presupuestos del 2018 también están en el aire. Y entonces -en septiembre- nadie sabe lo que pasará. ¿Nuevas elecciones?

Y a todo esto hay que sumar la posible ruptura del ya muy inestable equilibrio catalán. Rajoy vive hoy un momento dulce... pero no sabe lo que durará.