Gente corriente

Maria Ignátieva: «Aquí el rasero para medir algo es el disfrute»

Profesora de ruso. Trabaja en la Escola Oficial d'Idiomes. Poeta y doctora en Filología Hispánica.

«Aquí el rasero para medir algo es el disfrute»_MEDIA_3

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OLGA MERINO

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Maria Ignátieva (Moscú, 1963), cuyo apellido auténtico es armenio (Oganissian), ya lleva dos décadas entre nosotros. Tiene publicados tres poemarios en ruso y ha compilado la antología de poesía contemporáneaLa hora de Rusia(Visor).

—Soy fruto de la revolución bolchevique, que lo revolvió todo y permitió que la gente comenzara a moverse. Por parte materna, mi abuela era judía y mi abuelo chuvasio, un pueblo oriundo del Volga. A su vez, mi abuelo armenio había huido a Rusia a causa del genocidio turco, donde conoció a mi abuela paterna, la única parte eslava que tengo.

—Interesante mezcla.

—Osip Mandelstam dijo en un poema: «De un remolino fangoso he salido susurrando como una caña». Vengo de una familia de mujeres solas y fuertes, de laintelligentsiasoviética. Muchos libros por todas partes, hasta en la cocina y el servicio. La lectura nos hace viajar, más si vives en un sistema tan cerrado como la URSS.

—¿Tuvo problemas con el régimen?

—Mi madre era amiga de un escritor disidente a quien pillaron y acabó delatando a todo el mundo. En casa teníamos muchos libros prohibidos publicados en Occidente. Estaban empaquetados para sacarlos de allí, pero a las cinco de la madrugada se presentaron los del KGB.

—¡Glups!

—El saco de tela con los libros estaba en mi habitación; me senté encima y a nadie se le ocurrió hacerme levantar. Yo tenía 17 años.

—¿Cómo llegó a Barcelona?

—Conocí a Carles, catalán de La Seu d'Urgell, en la misma Seu. Los de mi generación éramos hijos de Gagarin y nuestros padres nos lanzaron como cohetes para que fuéramos más allá de la cárcel soviética. Cuando cayó el muro de Berlín empecé a viajar. Yo, que había hecho la tesis doctoral sobre la España de Calderón, me encontré aquí con Marx y Lenin.

—¿Cómo dice?

—Me encontré con una España socialista. En el año 1993 empecé a trabajar en la Escola Oficial d'Idiomes, una empresa socialista, que funcionaba muy bien y democráticamente, donde podíamos elegir a la dirección. Me preguntaba por qué no se podía trabajar así en la URSS, por qué allí la gente faltaba al trabajo e intentaba robar. Una etapa bonita.

—Ayúdeme a definir el alma rusa.

—Al principio de llegar, me costaba entender cómo aquí la gente podía estar dos horas durante una sobremesa explicando solo chistes o hablando de nada. Me parecía superficial, pero con los años he aprendido que la capacidad de saborear lo cotidiano también tiene mucho valor.

—Una cena rusa sería más elevada.

—Claro, por eso el vodka, porque ayuda, ja ja ja. El alma, tanto rusa como catalana o vasca, es algo que nos hace centrarnos en las preguntas eternas, en la condición humana. En España y en Catalunya, por el clima y la suavidad de la vida a pesar de los problemas, el rasero para medir la corrección de algo es pasarlo bien, el disfrute, cierto hedonismo.

—En Rusia, no.

—No tanto. Lo que te hace sufrir es más real. El sufrimiento te lleva a tocar tus límites. Estamos en la vida no solo para disfrutar, sino para aprender algo sobre su finalidad. Aquí la gente lo percibe porque es idealista. En la antología poética que he compilado, todos los traductores han trabajado de forma desinteresada.

—¿Qué más ve en nosotros?

—España es un país de surrealismo. La gente sabe reírse de sí misma y gozar con ello. El surrealismo es una manera de educar la realidad.

—Nabokov definió toská (nostalgia) como «una sensación de angustia espiritual sin causa aparente».

—Ahora ya no me importa tanto cómo me siento… Tomás de Aquino decía que la persona tiende siempre hacia la verdad y hacia el bien, dos objetivos que solo se encuentran en el absoluto de Dios. Desde que tengo esto claro, he desmitificado el amor por la patria y ya no sientotoská.

—Muy espiritual.

—Estoy redescubriendo mi religión ortodoxa. Necesito la fe para vivir y la poesía para sentir más esa fe. En el rito oriental, encuentras ambas cosas en su perfección.

—Tres idiomas, tres palabras. Elija.

—Aunque soy vegetariana, me encanta cómo suena en castellano la palabra churrasco. En catalán me fascina la expresiónmés que res; al principio, entendíamàscares, lo que me hacía sentir todavía más en un lugar surrealista. Y en ruso,dremuchi, un bosque frondoso y fresco.