DOS MIRADAS

Marcos y magma

La educación es ayudar en el camino, colocar señales que indican la ruta, estar pendiente de la meteorología sentimental

JOSEP MARIA FONALLERAS

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Hoy es el primer día de escuela y, cada año, cuando llega este reencuentro, el inicio, la reconstrucción de las amistades, el advenimiento de un nuevo ciclo, la lenta apropiación del aroma siempre permanente, constante, de las aulas, es una jornada de celebración. Ya hemos hablado de las circunstancias que rodean, en Catalunya, a este nuevo curso. La 'dilatación' de la 'ley Wert' que practica la 'conselleria' a la espera de nuevas noticias del frente, la práctica inexistencia de conflictos lingüísticos, solo atizados por la inquina y el afán de complicar las cosas, la injusticia moral que supone el hecho de que toda una clase tenga que cambiar porque un solo niño cuestiona el sistema. Todo esto (y más) que es política, que es tirantez y, en muchos casos, una preocupante injerencia, una estrechez de miras colosal.

Pero hoy -sin olvidar el resto del curso- es una día de fiesta de la cultura y del espíritu. Pienso en aquel memorable (y último) discurso que escribió Jaume Vallcorba para unos alumnos universitarios. Decía que el editor es el encargado de poner un marco en el desierto indescifrable de la información excesiva. Resalta, destaca, acota, indica, recalca. En este sentido el trabajo del maestro se parece al del editor. La educación es ayudar en el camino, es colocar señales que indican la ruta, es aconsejar el calzado adecuado, estar pendiente de la meteorología sentimental. También es dibujar marcos precisos y claros allí donde hay un magma disperso y sin sentido.