Maradona, la mano del diablo

Expectación 8 Maradona, junto a su novia Rocío Oliva, en el hotel donde se hospeda en Madrid.

Expectación 8 Maradona, junto a su novia Rocío Oliva, en el hotel donde se hospeda en Madrid.

JUANCHO DUMALL

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No hace tantos años, los medios de comunicación informaban de la violencia machista en el apartado de sucesos y con la etiqueta de 'crímenes pasionales'. Hizo falta una nueva conciencia de la gravedad del problema, estimulada por las asociaciones de mujeres, para que se produjera una reacción. Los medios dan otro tratamiento a ese cáncer social. Sin embargo, en algunas redacciones se debate cómo dar otra vuelta de tuerca, a la vista de que las cifras de víctimas no decrece.

Una vía es la de no dar tregua a los maltratadores, sea cual sea su estatus o su fama. Y ahí queda todavía mucho por hacer. Pensemos, por ejemplo, en el último escándalo protagonizado por Diego Armando Maradona en Madrid. Su novia llamó a la recepción del hotel en el que la pareja se hospedaba para pedir auxilio porque, según dijo, el exfutbolista le estaba pegando. Al poco rato se presentó la policía. Ambos se negaron a pasar un reconocimiento físico y la mujer, Rocío Oliva, dijo que no iba a presentar ninguna denuncia. El asunto quedó en que había habido una fuerte discusión entre la pareja. Caso concluido.  

DISPUTA DE PAREJA

Pero después del episodio cabe preguntarse si es normal que en el curso de una disputa entre una pareja, la mujer avise a la recepción del hotel de que está siendo agredida. ¿Fue una exageración en un momento de calentura? Esa parece ser la hipótesis ganadora. Pero hay otra, seguramente más verosímil a la vista de los antecedentes del jugador. Y es que hubo una agresión insoportable para la mujer y, después, una retractación de ella delante de los agentes de policía.

El caso es que la estrella del balón salíó del hotel pocas horas después, con el prestigio intacto, para dirigirse a una comida de los representantes del Nápoles, club del que el argentino es embajador, y del Real Madrid, poco antes del partido entre ambos equipos en el Bernabéu. La conclusión es que la presunta agresión quedó en un "show mediático", en palabras del exjugador, o en "una más de Maradona", que ya se sabe que vive acompañado por el escándalo. ¡Pobrecito!