Máquinas de comprar (falsas y efímeras) emociones

TOMÀS NAVARRO

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Somos máquinas de comprar, nos están presionando continuamente para comprar. No te creas que hablo de una teoría conspiranóica, tan solo reflejo la realidad más palpable.

Hace algunos días comí en Barcelona con la única compañía de una televisión. No tenía especial interés en verla, pero era tan grande y tenía unos altavoces tan potentes que no podía hacer otra cosa que mirarla, seducido e hipnotizado. Lo que tiene el slow food es que es lento, lo que me permitió ver muchos anuncios y algo de contenido entre los anuncios. Pero que interesante que me resultó, no os lo podéis ni imaginar.

Si estás bajo de autoestima, de moral o de ánimo hay varios productos que te van a ayudar a subirla. Tan solo tienes que comprarlos. Si necesitas marcar un estatus también. No tienes más que comprarte algunos productos que den fe de tu poder. Si quieres ser un padre guay, pues también, pasas la visa y ya está. Si tienes problemas de identidad aspiracional, pues nada, hay infinitud de productos que te ayudarán. Pero es que incluso, si quieres parecer más listo que los demás por que eres capaz de comprar más barato, también tienes varias alternativas a tu alcance… Vamos, que necesites lo que necesites –y no estoy hablando de productos de consumo- puedes comprarlo.

¿Qué compramos? ¿Cómo compramos?

Algunas personas compran seguridad y buscan productos que se la proporcione, aunque sea una seguridad falaz o efímera. Otras personas compran por razones afectivas. Este es el cliente que todas las marcas se rifan. Cuando compras motivado por una necesidad o carencia afectiva, y tienes capacidad adquisitiva, no miras el precio y compras productos que crees que te va a cubrir tus necesidades. Bueno y si no tienes poder adquisitivo, las mismas marcas te facilitan la financiación.

De todas las motivaciones de compra la que más me interesa es la de las personas que compran ‘productos disculpa’ con los que, al regalarlos, esperan compensar a su pareja o seres ‘queridos’. Cuanto más caro y exclusivo es el producto, mayor es la disculpa que esperan obtener.

Algunas personas compran por imagen, es decir, compran algo que les presenten en sociedad y que dé buena noticia a todo el mundo del mensaje que quieren comunicar. Hay quien compra por novedad. No importa lo que sea, pero si es nuevo y vanguardista no paran hasta conseguirlo. Hay personas que compran por envidia, para poder ser más que alguien y no nos olvidemos de las compras aduladoras, donde esperas impresionar a alguien y conseguir su favor, admiración o envidia.

Para finalizar una de las compras que a mi más me entristecen, la de las personas que compran un sucedáneo de la libertad. Este tipo de compra es una compra compensada. Imagínate a alguien que se puede pagar tranquilamente un viaje de varias semanas en cualquier destino del mundo y que le gustaría hacerlo. No obstante no puede disponer de su tiempo, por lo que necesita comprarse algo que, integrado en su vida diaria, le compense de la falta de libertad que tiene.

Somos crédulos, nos falta criterio, estamos faltos de amor, reconocimiento, comprensión y empatía y además tenemos miles de complejos, miedos y fantasmas rondándonos por la cabeza. Las marcas lo saben y no hacen nada más que intentar cubrir lo que la especie humana parece que ha olvidado o ignora.

Nos intentan hacer creer que compramos sensaciones, experiencias y emociones, pero en realidad estamos comprando productos, nada más que productos que, cuando pasa un tiempo, nos dejan de satisfacer porque las sobrevaloradas y falsas expectativas que teníamos en ellos no se han cumplido.

Compra, lo que necesites, compra lo que desees, pero compra con la expectativa adecuada. Compra emociones reales, mejor que productos que supuestamente te van a provocar una emoción. Compra libertad y compra experiencias en tu mercado interior. No busques fuera lo que puedes encontrar dentro. Recuerda que quien no se maravilla ante una flor, tampoco se maravilla ante el más exclusivo de los productos.