Dos miradas

Mapa

Las elecciones del 21-D se plantean como un paso más en la recuperación de lo que no existió nunca, un paso más en la confrontación entre legitimidades

Carles Puigdemont

Carles Puigdemont / periodico

JOSEP MARIA FONALLERAS

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Por un lado, está quien sigue pensando en el contexto mental republicano que se instaló en el imaginario colectivo el 27-S. Por otro, hay quien piensa que tanto la proclamación de la república como su implementación no existieron nunca y que, como ha dicho Joan Josep Nuet, «afirmarlo es mentir». No es solo una percepción de las cosas sino un mapa del territorio que ahora pisaremos. El mundo del independentismo, y todo el entorno que le es afín, se debate entre la asunción de un nuevo Estado (por mucho que el estado en que se mueve el Estado sea una entelequia) o la formación de una nueva mayoría que recoja no solo el estallido secesionista sino la lucha contra las medidas represoras, tanto las del 155 como las judiciales o policiales. 

En el primer caso, las elecciones del 21-D se plantean como un paso más en la recuperación de lo que no existió nunca, un paso más en la confrontación entre legitimidades. En el segundo caso, la formulación es más posibilista: se trata de recuperar lo que hemos perdido («libertad, amnistía y estatuto de autonomía»), con el añadido de un referéndum serio y pactado, como han reclamado personalidades de ámbitos e ideologías muy diversos, y con el deseo de que la involución no sea permanente ni fundamentada en unas urnas. Se trata de avanzar en un terreno inestable o de dibujar un equilibrio (frágil, no hace falta decirlo) donde se pueda aceptar, como ha dicho Puigdemont, «la realidad de otra relación con España».