MARCHA CIUDADANA

Contra el terror y gran deseo de paz

Barcelona vivió una manifestación unitaria contra el terrorismo pese a la gran tensión política de los últimos años

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JOAN TAPIA

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Poco después de las 17.30 horas empecé a subir el paseo de Gràcia desde la Gran Via, en sentido contrario a la manifestación. Faltaba todavía media hora y pude circular. Con dificultad y poco a poco, pues mucha gente invadía ya la calzada central y otra mucha estaba sentada en el bordillo. El ambiente era casi festivo, sin ninguna tensión. Familias y grupos de amigos se fotografiaban con los móviles. Banderas españolas (todas bastante iguales), 'estelades' (más y más diversas), muchos carteles azules de 'No tenim por'. Otros contra la venta de armas o la islamofobia.

Uno me sorprendió: 'Ojo por ojo, todos ciegos. Gandhi'. Resumía bien el tono de una plural y pacifista concentración. Un grupo exhibía una pancarta de sabana: 'Sant Vicens dels Horts, no té por'. Otro sostenía un cartel con la foto del Rey y el eslogan: 'Viva Felipe VI'. Nadie se inquietaba. 

Había repulsa al atentado de las Ramblas, rechazo a las guerras y un gran deseo de paz. La concentración unitaria fue un éxito porque quedó patente que, pese a la tensión política que vive Catalunya desde hace años, la demanda de normalidad ciudadana -dentro de España o fuera de España- es casi unánime. Y los políticos -salvo alguna excepción- han estado a la altura. Ada Colau ha sabido ser una alcaldesa por encima de cualquier color. Felipe VI ha dejado claro que conoce bien la obligación de un jefe de Estado. Rajoy ha venido estos días a Barcelona más que en sus casi seis años de gobierno y fue oportuno el jueves al desautorizar las críticas -infames y oportunistas- a la actuación de los Mossos, y Puigdemont ha convivido con dignidad y normalidad (salvo quizá la entrevista al 'Financial Times' que debió esperar) una situación excepcional que le ha obligado a manifestarse junto al Rey y al jefe de Gobierno del Estado del que quiere separar y que dice que se parece a Turquía.

Pitidos al Rey y a Rajoy

No quiero pintar lo de ayer de color de rosa. Si, poner en valor el civismo plural de Barcelona. Claro, hubo algunos pitidos al Rey y a Rajoy. Si el 41% de los catalanes quiere la independencia, tampoco debe extrañar tanto. Aunque alguna prensa digital de Madrid ya lo magnifica y lo pone por encima de la demostración de gran pluralidad responsable que se vivió. ¿Hasta qué punto son representativas las llamadas redes sociales?  La gente a la que vi en el paseo de Gracia solo pedía paz, no parecía tener ningún afán de bronca.

Eché en falta,
eso sí, un
recuerdo para
las víctimas extranjeras que hubo en el atentado de la Rambla

Barcelona ha vuelto a ser Barcelona. Supo condenar unida al terrorismo pese a la gran tensión política que existe desde la sentencia sobre el Estatut del 2010. Noté a faltar, eso sí, el recuerdo y las banderas de los países de las víctimas extranjeras, entre muertos y heridos, que hubo en la Rambla. ¿Por qué?

Poco después de las seis empecé a bajar por la Rambla de Catalunya. Terrazas animadas, pero también gente que todavía iba a la manifestación por las calles laterales. La Guardia Urbana contabilizó 500.000 personas. Y, contra lo habitual en estos casos, no encontré largas filas de autobuses aparcados en las calles adyacentes.