Ideas

Plateria se despide

RAMÓN DE ESPAÑA

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Cuarenta años -¡se dice pronto!- ha aguantado la Orquestra Plateria sin moverse de su sitio mientras, a su alrededor, la ciudad que la vio nacer se convertía en otra. La Plateria era ya, prácticamente, lo único que quedaba de la Barcelona de Zeleste (hoy día una tienda de Desigual); o sea, la de la transición, cuando parecía que íbamos hacia algún sitio al que jamás llegamos (los perdedores también tenemos nuestra Itaca). Cuarenta años son muchos para algo que empezó como una broma y que si ha aguantado tanto ha sido por la perseverancia del líder más atípico que haya visto la historia, Manel Joseph, alias el Trilla -o Manel Sin Pel, como lo presentó en cierta ocasión al público Jaume Sisa-, un señor bajito, calvo, narigudo y de grandes patillas que un buen día se puso el mundo por montera y decidió convertirse en cantante de salsa, boleros y pasodobles. Cuarenta años se ha tirado interpretando ese papel, tomándoselo en serio y logrando que su grupo se convirtiera en una institución. En pocas palabras: Manel Joseph es muy grande, amigos.

Yo diría que a él le debemos el descubrimiento y la popularidad de la salsa en Barcelona. Vamos, que Manel es nuestro Héctor Lavoe. Venía del mundo del folk -el grupo Dos mes Un, con los hermanos Clua-, atravesó varias fases zelestiales y acabó instalado en la salsa. A rebufo de la Plateria surgieron una serie de orquestinas que, en general, dejaban mucho que desear y sobre las que guardaremos un piadoso silencio, pues eran de una impostura nefasta. Manel también era un impostor, pero del modelo Gato Pérez, gente que no es auténtica ni falta que le hace, pues suple lo vivido por lo pensado y revitaliza cualquier género.

En sus inicios, la Plateria tuvo colaboradores de lujo, como Ricardo Solfa o Rocky Muntañola (alter ego de Jordi Batiste). Rocky se retiró muy pronto y Ricardo tuvo que plegar velas ante la incomprensión general (el hombre que reinventó la canción española no le importaba a nadie, reconozcámoslo), pero Manel siempre siguió empeñado en cantar sereno, aunque no fuese moreno.