Editorial

La mancha de la corrupción

Todo lo que está saliendo a la luz dibuja un panorama desolador propicio para una crisis política gigantesca

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Tan solo cuatro días después de la espectacular operación policial de registro en casa de Oleguer Pujol, se produjo ayer una macrorredada no menos aparatosa, con la detención de más de medio centenar de personas, entre ellas cuatro alcaldes del PP, uno del PSOE y el presidente de la Diputación de León (PP), además del exnúmero dos de Esperanza Aguirre en la Comunidad de Madrid, Francisco Granados. Ambas operaciones desmienten que las actuaciones judiciales tengan siempre motivaciones políticas y confirman que la mancha de la corrupción está muy extendida en España. Para mayor sarcasmo, al desencadenarse la redada de ayer habían transcurrido solo unas horas desde que Rajoy minimizara la corrupción al decir que había «pocas cosas» y que no cabía identificar con ellas a todo un país.

No se puede achacar la corrupción a todo el país, evidentemente, pero el número de casos es cada vez mayor, afecta sobre todo a los partidos que han gobernado -PP, PSOE y CiU- y la proliferación de actuaciones judiciales rememora lo ocurrido en Italia durante la Tangentópolis. Las detenciones y registros de esta última operación afectaron a Madrid, Murcia, León y Valencia, y el modus operandi se corresponde con casos anteriores, como la trama Gürtel, aunque ahora parece que no se trata de financiación ilegal de partidos, sino de enriquecimiento personal. El fondo del asunto es tanto o más grave porque obedece a la misma lógica corrupta: empresarios que ejercen de conseguidores, empresas de la construcción o de otros sectores y pago de comisiones (el famoso 3%) a cambio de contratos amañados.

Todo lo que está saliendo a la luz como consecuencia de la crisis económica dibuja un panorama desolador propicio para una crisis política de proporciones gigantescas, que ya se apunta en los últimos resultados electorales y en las encuestas. La irrupción imparable de Podemos responde a ello y si con el caso de las tarjetas negras de Caja Madrid puede haber ganado un buen puñado de votos, la redada de ayer engordará esa renta. Bienvenida sea la regeneración del sistema, que es inevitable y debe ser real, sin imposturas. Pero cuidemos de que aquí no ocurra como en Italia, donde se derrumbó un sistema corrupto para entregar el poder a uno de los máximos corruptores, Silvio Berlusconi.