La maldita socialdemocracia

El líder del PSOE, Pedro Sánchez, y el de Podemos, Pablo Iglesias, en una de las reuniones que mantuvieron en el Congreso tras el 20-D

El líder del PSOE, Pedro Sánchez, y el de Podemos, Pablo Iglesias, en una de las reuniones que mantuvieron en el Congreso tras el 20-D / periodico

ALBERT SÁEZ

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La mentalidad posmoderna nos impide a menudo valorar la coherencia de los dos últimos tuits que hemos escrito o leído. Podemos, por ejemplo, nos ha lanzado dos titulares en el inicio de esta campaña sin que muchos hayan caído en la cuenta: pacto con la Izquierda Unida que se proclama más comunista que nunca y proclama de fe universal de Pablo Iglesias en las bondades de la socialdemocracia. Esta pretendida y curiosa síntesis entre quienes hace un siglo eran enemigos furibundos en la Segunda y la Tercera Internacional solo resulta creíble en base al arrinconamiento del PSOE en el centro político junto a Ciudadanos y muy cerquita de la casta del PP. Como maniobra de ciencia política pasada por la épica de Juego de Tronos no está mal. Pero lo que se juegan los ciudadanos el próximo 26-J merece algo más de consideración. En pocos meses hemos pasado de considerar la socialdemocracia como el demonio que nos trajo la crisis por su debilidad ante los neoliberales en los primeros años del siglo XXI a reivindicarla desde varias fuerzas políticas: desde Podemos a En Comú pasando por Esquerra e incluso por sectores que quieren asegurarse las sillas en la nueva CDC cogiendo esta bandera. Quien menos saca pecho como socialdemócrata es el PSOE.

¿De qué hablamos cuando hablamos de socialdemocracia? ¿Iglesias va a cambiar de socios en Europa y va a pasar de Tsipras a Schulz? ¿Van a dar una renta universal de ciudadanía sin salir de la zona euro y del amparo financiero del BCE? ¿Van a conjugar el crecimiento económico con el reparto de la riqueza? ¿Van a mantener el principio de eficiencia en la colaboración público privada? ¿O simplemente se van a quitar la corbata y van a entregar el poder a los mismos tecnócratas de siempre (a los que antes llamaban mafia) como han hecho en algunos ayuntamientos que gobiernan? Los originales siempre son mejores que las copias.

Toda esta confusión pondrá más fáciles los pactos postelectorales a Rajoy que al candidato de esa entelequia que llamamos “izquierda” después de esta segunda vuelta que encubre el gran fracaso conjunto del régimen del 78 y de la nueva política tras el 20-D.