ARTÍCULOS DE OCASIÓN

Mala persona del año

TRUEBA

TRUEBA / periodico

DAVID TRUEBA

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Tengo un amigo que siempre observa el lado ridículo de la vida. Le divierten los contrasentidos y, aunque es finalmente indulgente, no escatima el vitriolo para medir el grado de estupidez colectiva. Hace años que bromea con el aumento de los premios y galardones en España. Por el camino que vamos, dice, quedarse sin ganar un premio podría llegar a ser el premio más prestigioso e inalcanzable. Creo que por esa idea suya de que hay demasiado galardón y de que la información cultural se limita a dar parte de los premios en un sitio y en otro para satisfacción de los patrocinadores, le hizo tanta ilusión la cancelación del premio de articulismo González Ruano. Este prestigioso premio, que se entregaba bajo el patrocinio de Fundación Mapfre, e incluía una generosa ración de euros, distinguía al mejor artículo de prensa publicado. En sus diversas ediciones lo ganaron autores incontestables. En sus bases, sin embargo, figuraba que el pretendiente debía postularse a sí mismo, y eso era más problemático, porque tan feo es perseguir un premio como considerarse por encima de él.

Lo menos importante es ahora recordar el premio en sí. El suceso divertido es que a raíz de una biografía no autorizada sobre César González Ruano, un poco sin confesarse abiertamente, el premio fue desconvocado para siempre. Prolongando las sospechas que ya lanzaba en su día en un precioso libro José Carlos Llop, los autores del estudio biográfico, Rosa Sala y Plàcid García-Planas, se centraban en el penoso comportamiento de Ruano durante la Guerra Mundial, su tráfico de personas, prestigio y dinero con el viento a favor de la amenaza de las redes de la Gestapo. Así que nada mas incómodo que recibir un premio con nombre de persona non grata. Salvando las distancias con Ruano y sus malicias, a nadie le apetece recibir un premio al Mejor Escritor Peor Persona o al Mejor Deportista Mala Gente del Año. La retirada del premio es, por tanto, comprensible. Al menos hasta que pase el tiempo suficiente, como con el premio Cervantes, cuyo nombre proviene de un inmortal talento literario pero que fue encarcelado en vida por delitos financieros que cometidos hoy indignan a la sociedad.

Pero lo que divierte a mi amigo es la certeza de que Ruano era un buen escritor y, sobre todo, un articulista memorable. Así que inferimos que su talento no basta para salvarlo de su turbia peripecia humana, por ahora. Y esto, a mi amigo, le fastidia. Porque cree que se ha desperdiciado una oportunidad para ampliar el espectro de los premios que se dan en el mundo. Según él, sería maravilloso utilizar el nombre de alguien acreditado como tal para reconocer a la Mala Persona del Año con Más Talento o al Mejor Deportista Antideportivo. Nos falta un premio al Manipulador Periodístico Más Dotado, aunque candidatos a darle nombre nos sobran, o al Autor de Novela Comprometida Más Egoísta e Intransigente en su Vida Privada. Y así hasta llegar al Premio Nobel a quien Nunca Ganará el Premio Nobel por Ser una Elección Incorrecta Políticamente. Y, aunque no suelo estar de acuerdo con mi amigo, en este caso y con estas propuestas, sinceramente, me pongo a su favor. Hemos dejado escapar una ocasión de oro.