De Madrid a Irlanda pasando por el paraíso

OLGA GRAU

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Hay muchos paraísos en la tierra. Pero en España, el mayor paraíso fiscal, el jardín de las delicias, se llama Madrid. El IRPF madrileño es inferior al catalán tanto para los que más ganan como para los que menos, no se paga el impuesto sobre el patrimonio y el de sucesiones está prácticamente exento al incluir muchos grados de parentesco que permiten eludir el pago.

La brecha fiscal respecto a Catalunya es de 1 a 10. Es decir, Madrid es la comunidad donde menos se paga mientras que Catalunya es en la que más impuestos se abonan, según los cálculos del Registro de Economistas Asesores Fiscales (REAF). La operativa para disfrutar del paraíso es sencilla para los que tienen dinero y posibilidades. Una empresa, gracias una reciente reforma introducida por Cristóbal Montoro en la ley de Sociedades de Capital, puede trasladar su sede social discretamente con la única aprobación del consejo de administración. Antes de la reforma Montoro, para orquestar la mudanza era obligatorio convocar una junta de accionistas, proceso mucho más complejo y, además, público.

Una vez domiciliada la sociedad en Madrid, si el empresario puede justificar que por causa de sus negocios pasa la mayor parte del tiempo en la capital española y tiene ahí fijado su domicilio, puede hacer su declaración de la renta y planificar la sucesión de su empresa familiar a la segunda generación con un coste mucho más bajo que en Catalunya mientras pasa los fines de semana en el Empordà o la Cerdanya. Es lo que acaba de hacer el empresario hotelero Jordi Clos al trasladar la sede social de Derby Hotels a Madrid,Jordi Clos o la firma Vall Companys.

Las comunidades más ricas suelen sufrir déficit fiscal (aportan más de lo que reciben), y las de menor renta, superávit, porque reciben más de lo que aportan. Eso vale para Catalunya y Madrid (no para Euskadi gracias al concierto). Son las famosas y discutidas balanzas fiscales.

Pero también es sabido que el denominado efecto capital, al tener Madrid las sedes no solo de los ministerios, sino de las grandes empresas que pagan sus impuestos, desvirtúa la fotografía y explica por qué Catalunya está peor financiada y tiene una fiscalidad más elevada.

Un territorio con una fiscalidad más laxa es terreno abonado para la atracción de empresas, se cuele o no el debate soberanista por en medio. Localizar la sede en Madrid (o Irlanda, en el caso de la multinacional catalana GrifolsGrifols) es legal. Otra cosa es que sea coherente o ético. En EEUU lo llaman revertir en la sociedad parte de lo que esta le ha dado antes a la empresa. Crear empleo o una fundación es una manera. Pero la mejor forma de hacerlo es pagando impuestos.