Nueva etapa de la política francesa

Macron, César de Europa

Tendrá que enfrentarse a una parte de la izquierda y de la derecha que ven en él la profundización de un neoliberalismo destructor

Macron celebra su victoria junto a su mujer.

Macron celebra su victoria junto a su mujer. / periodico

RAQUEL MONTES TORRALBA

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Las elecciones presidenciales francesas han terminado, por fin, con los largos meses de incertidumbre de una campaña electoral tortuosa. De las cenizas de la legislatura de François Hollande, ha resurgido, exaltante, el presidente-fénix Emmanuel Macron, llevado en su vuelo por la euforia de las primeras páginas de la prensa europea. Los resultados han incurrido en la tautología: Francia es Francia y no Estados Unidos. La estrategia de Marine Le Pen de jugar a Donald Trump en el último debate electoral produjo el retraimiento de una parte del electorado, que había entrado en un juego de seducción con el Frente Nacional, confirmando lo que todos parecían saber excepto ella: a Francia no le gustan los histrionismos. Y Macron fue coronado césar de Europa. 

La noche electoral, llena de lucecitas rojas, blancas y azules, dio paso a una mañana gris. Se impone ahora analizar los resultados y matizar las victorias, permitiéndonos ajustar el foco de la realidad. En este sentido, la clave para entender el panorama político nos la da mejor la primera vuelta de las elecciones presidenciales que el resultado final.

Dichos resultados nos muestran, en primer lugar, una alta fragmentación política: Emmanuel Macron obtuvo un 24% de los votos, Marine Le Pen 21%, François Fillon 20% y Jean-Luc Mélenchon un 19%. Es decir, más o menos un cuarto del electorado para cada una de las alternativas. Dadas las (notables) diferencias ideológicas y programáticas entre ellas, el nuevo presidente contará con un margen de acción y de adhesión mucho más estrecho del que parece ofrecer la victoria.

NUEVO CAMPO DE BATALLA

Siendo así, es de esperar que las legislativas sean un nuevo campo de batalla y, al mismo tiempo, las que otorguen el verdadero rumbo al próximo gobierno. Ello tendrá por resultado, en el mejor de los casos, hacerle caer de un lado u otro del espectro político, es decir, materializar un proyecto que, hasta ahora, ha resultado exitoso por su indeterminación ideológica («ni de izquierdas ni de derechas»). Es muy probable, en este punto, una primera fuente de frustración. 

En segundo lugar, el debate de fondo de estas elecciones oponía los candidatos favorables a un cambio dentro de los parámetros tradicionales (aceptación del liberalismo, permanencia en la Unión Europea), Macron y Fillon, a los candidatos antisistema (cuestionamiento del liberalismo, opción de salida de la UE) Le Pen y Mélenchon. Es decir, casi la mitad del electorado estaría en contra de la opción vencedora, que ha resultado ser la de Emmanuel Macron. 

El nuevo presidente, por lo tanto, tendrá que enfrentarse desde hoy al «todo menos Macron» de una parte de la izquierda y de la derecha, que ven en él la profundización de un neoliberalismo destructor. Consciente de ello, Macron dijo en el discurso dado a conocer tras la victoria que hará todo lo posible para que no haya razones de votar a los extremos. Para partir a la conquista del mundo, el nuevo césar tendrá que convencer primero a la Galia.