Lunes, 19

Es evidente que la tontería del Blue Monday no pasa de ser una broma de esas que hacemos y en las que nos inventamos el nombre de la universidad para que parezca más aparatoso y científico cuando el hecho es que pensamos que todo es tan pomposo que da risa. Pero nos lo tragamos. Como en un bar y en una mesa oigo que hablan del día en cuestión. Los camareros también se añaden a la conversación. «Sí, sí», dicen, «está comprobado con una ecuación matemática de no sé qué universidad». Los de la mesa, que son universitarios, tampoco saben qué centro de investigación ha llegado a una conclusión fenomenal que fundamenta con rigor el día más triste del año, pero enumeran todos los motivos: es lunes, mal tiempo, hace poco que se ha acabado la Navidad, las fiestas han pasado, ahora vienen las facturas, el invierno es largo. En otro bar -hoy hago trabajo de campo- pasa lo mismo, y también escucho la misma conclusión: «Creo que dicen que es el más triste para que así no pensemos que realmente lo es».

Ciertamente, las condiciones meteorológicas de este 19 de enero intervinieron decisivamente en la confirmación del estudio: la lluvia y el frío colaboraron en la construcción de un día gris que seguro que más de uno celebró como el más feliz de su vida -porque se enamoró- o como uno de los más agradables, porque, por fin, le arreglaron la caldera. Es lo que tienen las fórmulas matemáticas: en la definición general se pierden los detalles.