tú y yo somos tres

La Luna, sin caspa

FERRAN MONEGAL

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Fue Buenafuente (En el aire) el que dio en La Sexta la noticia de la muerte de Jesús Hermida. Estuvo evocador y justo, sin remilgos ni supérfluas alabanzas. Dijo: «No solo contó la llegada a la Luna. Hizo más. Regresó de EEUU para modernizar la tele, quitarle la mucha caspa que tenía y meterle periodismo, verdad y arte». Tiene razón. Y voy a poner un caso significativo sobre ese «quitarle la caspa» al telehipódromo español. Ocurrió a principios de 1994. Hermida había invitado a su programa de A-3 TV a Nicolás Redondo. Un grupo de cooperativistas estafados en la promoción de viviendas PSV se plantó delante de  A-3 TV. Y entonces Redondo prefirió no acudir a la cita. En la España de la caspa lo normal hubiera sido -y a veces todavía lo es hoy en día- que el presentador del programa no dijera ni pío de que había un piquete de cooperativistas airados frente a la cadena. En la España de la opacidad, de la trampa y de los muros de contención, la realidad se escondía. Hermida hizo lo contrario: contó con naturalidad lo ocurrido. Informó de lo que sucedía. En su programa, que era con muchos invitados, se alzó entonces una vez que dijo: «¡Vaya! Pobre Nicolás Redondo». Y entonces Hermida replicó: «No. En todo caso, pobres cooperativistas, que han perdido sus ahorros y su piso». Ese era Jesús Hermida. Trajo de EEUU esa frescura de contar lo que ocurría  sin el miedo  a transgredir las consignas de las negras fuerzas vivas. Trajo también el star system en los informativos. Una forma de dar las noticias que podía parecer churrigueresca, con pinceladas de barroco tardío. Era en realidad la fusión de periodismo, un cierto aire teatral -entonación, cadencia, ritmo, postura-  y un punto de show, en aquel primígeno sentido de la palabra show que hoy se ha pervertido.

Probablemente pasará a la historia como el periodista que enseñó a España la llegada del hombre a la Luna. Lo hizo con tanto acierto y nitidez que en TVE se asustaron un poquito y montaron una mesa de opinadores en la que incrustaron a  un sacerdote, un mosén con sotana y crucifijo. ¡Ah! Parece que en el Gobierno de Carrero Blanco temían que en la Luna apareciese Lucifer.Y mandaron poner enseguida a un sacerdote, por si había que desactivar al diablo con agua bendita. Esa era la caspa de la época, de la que hablaba Andreu Buenafuente con buena puntería. Esa era la caspa televisiva contra la que siempre luchó Jesús Hermida.