Análisis

Luces cortas

Europa navega las peligrosas aguas del populismo de extrema derecha con las luces cortas, mirando con pánico medio paso por delante

El futuro presidente austriaco, el ecologista Alexander Van der Bellen celebra su victoria.

El futuro presidente austriaco, el ecologista Alexander Van der Bellen celebra su victoria. / CB FW LB

PERE VILANOVA

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Europa navega las peligrosas aguas del populismo de extrema derecha con las luces cortas, mirando con pánico medio paso por delante, como si no supiera por experiencia propia qué hay en lo que el cineasta Ingmar Bergman llamó 'El huevo de la serpiente'. En esa película de 1977, el genial director sueco ambienta una sórdida historia en el Berlín de los años 20, y nosotros sabemos, ahora, lo que Alemania anunciaba en aquella década, la simiente del fascismo en base a la propagación 'por abajo', por los resquicios de toda una sociedad, de lo que iba a venir en la década siguiente.

¿Parece exagerado? Al final, en esta segunda vuelta electoral, el candidato ecologista Alexander van der Bellen, por cierto hijo de refugiados políticos, ha ganado por 31.000 papeletas del voto por correo al candidato de extrema derecha Norbert Hofer. Austria ha querido darse un susto, y lo ha conseguido. Y Europa ha recibido de lleno la ola expansiva de dicho susto. Pero todo este argumento está mal planteado, porque Austria no existe y Europa tampoco. Si hablamos de elecciones y de votantes, existen los austríacos y los europeos, los ciudadanos de todo un continente que se desahogan en las urnas de los miedos de un mundo que no entienden.

¿Responsabilidades? Muchas y bien repartidas. El tema no es que este auge de la extrema derecha signifique un calco histórico del nazismo y del fascismo de los años 20 del siglo pasado; no es esa la cuestión, una reaparición de líderes como Hitler y Mussolini.

PULCROS Y EDUCADOS

El señor Hofer es pulcro, educado, reconoció de inmediato (vía Facebook, cómo no) su derrota y felicitó a su rival. En Francia la familia Le Pen tiene maneras deplorables, pero, ya ven, la hija se esfuerza en ser más presentable que su padre. Los líderes nórdicos de extrema derecha son también muy presentables y educados, incluso el UKIP británico viste y habla como el duque de Windsor. La extrema derecha húngara, polaca o griega no esconde su agenda, en cambio.

El problema es más complicado y no se trata tanto de que en toda Europa estos partidos vayan a tomar el poder de inmediato. Lo que hay que leer con atención es que están conquistando la agenda, banalizando las temáticas más sensibles de la crisis (desempleo, inmigración, y sobre todo refugiados). Convencen a mucha gente de que ellos, desde una supuesta base 'nacional', sí saben cómo solucionar estos problemas. Lo cual es una chorrada fenomenal.

Y lo más grave de lo grave es que inducen cada vez más a los partidos de (casi) todo el abanico tradicional a aceptar de un modo u otro esta lectura de los problemas, y, más grave aún, se dejan llevar al terreno de algunas de sus soluciones. Entrar a competir con el populismo más derechista en su terreno y en base a sus argumentos es rendirse de antemano. El temor a perder votos es lo único que las luces cortas muestran como peligro inmediato, y los líderes europeos, con pocas excepciones, se están volviendo cortos de vista.

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