La rueda

Lucena, Iceta y Nadal

ENRIC MARÍN

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La última crisis del PSC protagonizada por el sector más afín a Nadal era perfectamente previsible. Un nuevo episodio de la pérdida de centralidad de uno de los dos grandes partidos sistémicos de la política catalana que emergió con la transición democrática.

El proyecto original del PSC fue el resultado de un pacto entre el socialismo catalanista y el socialismo español. Fruto de este pacto, durante más de un tercio de siglo, el PSC ha podido decir con razón que era el partido que más se parecía al país. Referente de un amplio sector social de centroizquierda que ha vivido con naturalidad la catalanidad y la españolidad en sus diferentes expresiones y combinaciones. Un partido perfectamente adaptado a un ecosistema político en el que se repartía papeles con el centroderecha catalanista.

Pero cuando, en los últimos diez años el agotamiento del autonomismo ha provocado una auténtica mutación del sistema político catalán, el PSC no ha sabido adaptarse. Y no por falta de inteligencia  política . Algunas intervenciones de Lucena hacen pensar en un partido excéntrico, pero un político sólido y experimentado como Iceta sigue haciendo diagnósticos ajustados. Claro que el dilema del PSC no tenía una solución cómoda, ni fácil. Había que escoger entre apostar de forma consecuente por el derecho a decidir o condicionar la estrategia a las necesidades genéricas del socialismo español. A corto plazo ambas opciones significaban una contracción del perímetro electoral, pero la primera mantenía el PSC en la nueva centralidad política catalana con opciones reales de participar en la recreación de las izquierdas catalanas. Se ha elegido la opción más conservadora. La más tranquilizadora para el PSOE y para ciertas élites locales. Y ahora toca perder una sábana en cada colada . Inevitablemente.