La clave

La lucecita de El Pardo

JUANCHO DUMALL

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Barack Obamano ganará las elecciones del martes solo por la gestión de la catástrofe del huracánSandy, pero nadie duda de que las perdería seguro si no hubiera tenido los reflejos suficientes como para suspender la campaña, volver a la Casa Blanca, coordinar por videoconferencias los servicios de emergencia y dar una orden escueta a sus responsables: «Ni burocracia, ni papeleos; lo primero es la ayuda a las personas».Obamaha interpretado a la perfección el papel que los norteamericanos esperaban de él en un momento crítico: el de comandante en jefe que está informado, sabe dar órdenes y no hace de ello un circo preelectoral.

El cargo de presidente de Estados Unidos está rodeado de una aureola simbólica -recuerden elAir Force One, el Despacho oval o la residencia de Camp David- que va mucho más allá del ejercicio diario de la política. De lo que se trata es de que los ciudadanos americanos sientan que hay alguien a los mandos las 24 horas del día. Eso, al parecer, les proporciona seguridad y les refuerza su sentimiento patriótico. Hubo en la España franquista una versión tercermundista de esa filosofía. La encarnó el mito de la lucecita de El Pardo, esa idea de que el Caudillo trabajaba día y noche en el despacho en beneficio de unos sufridos españolitos, muchos de los cuales hubieran preferido más bienestar y menos desvelos de Su Excelencia.

Batacazos políticos

En la historia reciente hay ejemplos de grandes batacazos políticos por la falta de reacción ante las catástrofes. Recuérdese el papelón deBushdurante el azote delKatrinaa Nueva Orleans o las cacerías deFragayÁlvarez-Cascosen plena crisis delPrestige.Obama, en cambio, parece haberse inspirado en el excanciller alemánSchröder, capaz de ganar en el 2002 unas elecciones que tenía perdidas por haber acertado a ponerse al frente de una crisis nacional como la que se produjo con las inundaciones de aquel verano.

Los dirigentes políticos pasan días y días preparando discursos, entrenándose para los debates y afinando programas. Ahora, además, han aprendido a leer los mapas del tiempo y a hacerse visibles en medio del huracán.