El azar y la realidad política

Lotería y elecciones

Mientras el sorteo queda en manos de la suerte y de los niños de San Ildefonso, los resultados de las urnas dependen de nosotros

JESÚS LÓPEZ-MEDEL

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Hay acontecimientos que generan cíclica o periódicamente un ambiente de expectación sobre el futuro. Hay una fecha que cada año, en este tiempo navideño, produce una disposición individual y/o colectiva en la que se generan unas reacciones -incluso de sustancias químicas- diversas, entre ellas la estimulante, además de diferentes estados de ánimo.

La lotería de Navidad es uno de esos hechos especiales en los cuales se dan, según las personas y sus circunstancias ciertas, muy diversas actitudes. Como observador distante de esa liturgia (que no poca gente hasta sigue por la radio) veo una variada gama de comportamientos muy curiosos. Personas que llevan boletos pero que ven el proceso con una distancia muy grande; algunos, con enorme indiferencia; otros, casi con olvido (a pesar de llevar participaciones algunos pocos ni las miran después); algunos que lo contemplan con una cierta ilusión, en algunos casos elevada, y otros que casi duermen con el décimo bajo la almohada, como si fuese la estampa de un santo en cuyas manos dejan que vele su sueño.

Algunos compraron el billete individualmente, pero otros lo hicieron en el lugar de trabajo, en el bar, la agrupación del barrio, el supermercado o algún ámbito grupal al que acuden, o en otros lugares donde la ilusión colectiva se convierte en contagiosa. Otros se dirigen a una lotera que, cual corte de milagros valleinclanesca, parece que genera una fe próxima a las antiguas colas ante el Cristo de Medinaceli. Como si su poder pudiera generar embrujo en los bombos que mueven los números.

Al final, tras el sorteo, se producen resignaciones, decepciones tan esperadas y reiteradas y hasta indiferencias. Pero también alegrías. A algunos el reintegro de lo gastado ya les deja bien, y a otros indiferentes. ¿Y la pedrea? Algunos la celebran como una victoria en el Camp Nou, y si es alguno de los premios agraciados, aunque sean mil euros, el cava y el 'chardonnay' se funden en abrazos compartidos y saltos tipo Champions. Luego vendrá la Agencia Tributaria si el premio es mayor de 2.500 euros (desde hace dos años, en tiempos del emperador Mariano), pero mientras, que les quiten lo bailado. «Enhorabuena a los premiados», que decía el inolvidable dúo Gomaespuma.

EL SORTEO ELECTORAL

Pero el sorteo navideño es el día 22, y dos días antes habrá otro acontecimiento en el que, previamente y luego posteriormente, se van a concitar actitudes bastante semejantes: las elecciones generales. Poco antes de los comicios habrá ciudadanos que se sitúen en la resignación (este año, tampoco); otros, en la indiferencia (siempre les cae el premio a otros); algunos, que desafían las posibilidades de quien tiene un décimo frente a quien compró diez, creerán -con más fe que un carbonero chamuscado- que hay una pequeña esperanza de que el gordo cambie de ciudad; y otros confiarán en el hecho de que han cambiado a una nueva administración de lotería.

Algunos son tan creyentes que hasta trasmiten y contagian a los parroquianos del lugar del vermut y a los vecinos del barrio su fe de que ahora sí les va a tocar. No lo sueñan, se lo creen. Otros están convencidos de que ese cambio les abre más posibilidades. Algún ministro acudirá a su 'ángel de la guarda' que todo, hasta el estacionamiento, lo soluciona. Le pedirá seguir en coche oficial.

Sueños, decepciones, frustraciones, resignaciones, ilusiones y hasta grandes esperanzas… Muchos sentimientos y actitudes diversas ante unas elecciones tan abiertas. Pero hay esta vez una gran diferencia respecto a los comicios anteriores. Hay más posibilidades de que no solo ganen los de siempre. ¡No van a ser agraciados los mismos!

EL FAVOR DE LOS DIOSES

Porque hay algunos que tienen un inmenso favor de los dioses. Uno de ellos es uno de los corruptos más corruptos (y hay bastantes) en orden a tener la suerte de su lado. El personaje, expresidente de la Diputación de Castellón, un tal Fabra, al pedírsele justificación de cómo había amasado tantísimo dinero, alegó en juicio que le había tocado ¡nueve veces la lotería en 12 años! ¡Qué galáctico! ¡Y pensar que en esa provincia de extraordinario aeropuerto dan las encuestas ganador a ese cártel político, el PP! Pero ese suertudo no es lo normal.

Si algún paciente lector ha llegado hasta aquí, además de ser merecedor de, al menos, una pedrea, habrá podido apreciar que he pretendido buscar analogías de actitudes varias en lo que son dos hechos que se suceden en apenas dos días, 20 y 22 de diciembre. Y decía que muchas de esas reacciones serán parecidas. Pero hay algo que en su origen las diferencia. Mientras que en la lotería depende todo de la suerte y de los niños cantores de San Ildefonso, en las elecciones los resultados y reacciones pueden depender de nosotros. En tu mano está.