Lectura de los resultados del 26-J

Los votos perdidos de Podemos

Un millón de electores pudieron restar su apoyo a la alianza Iglesias-Garzón por simple cansancio

Pablo Iglesias e Íñigo Errejón reflexionan sobre el futuro de Podemos en el curso de verano de El Escorial.

Pablo Iglesias e Íñigo Errejón reflexionan sobre el futuro de Podemos en el curso de verano de El Escorial. / periodico

ORIOL BARTOMEUS

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Una de las dudas que ha dejado el 26-J es el origen del millón de votos perdidos por Unidos Podemos respecto del resultado conjunto de Podemos e Izquierda Unida el 20-D. La intriga viene en parte de lo inesperado de la pérdida de votos de la coalición de izquierda cuando todas las encuestas le pronosticaban unos resultados muy por encima de los obtenidos. Es complicado a estas alturas y con la información de que se dispone llegar a una conclusión firme sobre las razones que impulsaron a estos electores a cambiar su voto. Ahora bien, hay suficientes elementos para aventurar hipótesis plausibles y acotar el terreno de la especulación.

De las explicaciones posibles a esta desafección tan numerosa e inesperada, aparece una evidente: una parte del voto duro de IU no vio con buenos ojos el pacto con Podemos. Las encuestas preelectorales (que sirven más de lo que ahora se dice) lo indicaban con mucha claridad. Mientras que los votantes de Podemos del 20-D se mostraban muy mayoritariamente a favor de apoyar la nueva alianza Unidos Podemos, el grupo de los que habían votado por IU no era tan entusiasta.

De estos, solo el 70% se mostraba partidario de votar por Unidos Podemos, por el 80% entre los que habían optado por Podemos el 20-D. Según datos del Gesop, entre principios de junio y poco días antes de las elecciones el porcentaje de votantes de IU con intención de votar Unidos Podemos pasó del 70% al 62%. Es decir, más de 250.000 votantes de IU del 20-D no habrían dado su voto a la alianza de Iglesias y Garzón.

DOS SOSPECHOSOS

La magnitud de este contingente no explicaría toda el retroceso de Unidos Podemos. La parte más numerosa de las pérdidas es una incógnita, aunque los datos parecen apuntar a dos posibles sospechosos, sin poder concluir cuál de los dos es el verdadero culpable.

La primera hipótesis apuntaría al voto capturado por Podemos al PSOE el 20-D, un contingente de más de un millón y medio de votos. Precisamente este segmento del electorado fue el punto de mira tanto de socialistas como de Unidos Podemos en la campaña. Los de Sánchez fiaron sus opciones a recuperar estos votantes, mientras que la estrategia de Iglesias estuvo orientada a evitar que huyeran. De ahí que unos recordaran constantemente el 'no' de Podemos en la investidura del candidato socialista y los otros intentaran aparecer como aliados del PSOE.

Las encuestas mostraban que este segmento se había ido moviendo desde enero. En marzo y abril parecía decantarse hacia el PSOE, pero una vez pasado el episodio de la investidura fallida de Sánchez la pugna entre socialistas y Unidos Podemos por estos votantes había quedado en tablas. Es posible que finalmente la mitad de este contingente haya abandonado Podemos por la abstención, lo que mostraría un cierto desacuerdo con Iglesias (y quizá con el pacto con IU) pero sin ser una enmienda al voto que este grupo había obtenido el 20-D.

VOTO CONVENCIDO

Ahora bien, habría una segunda hipótesis. Y es la que defendería que el voto perdido por Unidos Podemos no provendría de la frontera con el PSOE sino que fuera voto convencido, núcleo duro. Según esta hipótesis, sería posible que una parte de votantes de Podemos estuviera en desacuerdo con el tipo de campaña de Unidos Podemos en, sobre todo en cuanto a la indefinición ideológica de la propuesta, que hacía gala de la transversalidad, ahora ensalzando a Anguita, ahora reivindicando a Zapatero.

O aún yendo más allá, observando la distribución territorial de las pérdidas de Unidos Podemos este 26-J respecto del 20-D, este movimiento de desafección podría responder a un fenómeno más profundo que tendría que ver no solo con el tono de la campaña, sino también con la gestión de los gobiernos municipales con presencia de Podemos. De ser cierta esta hipótesis, significaría que Podemos habría tocado techo.

También podría ser que hayan pasado las dos cosas y que ambas hipótesis sean ciertas. Es decir, que en el millón de votos perdidos por Unidos Podemos haya de todo, tanto exvotantes del PSOE descontentos con la beligerancia hacia Sánchez,como votantes de Podemos de primera hora desconcertados por la tibieza de la campaña. Sin olvidar los votos perdidos en Catalunya en el 'espacio CUP' debido al debate sobre el referéndum, explotado por ERC.

E incluso podría pasar algo más prosaico. Los que analizamos los fenómenos políticos tendemos a presuponerles razones políticas, pero muchas veces esto no es así. Quizá una parte del voto perdido por Unidos Podemos se fue a la abstención por cansancio, una razón tan humana y simple. No por el giro a la izquierda ni por el giro socialdemócrata. Simplemente por cansancio, por falta de aliento. Ni más ni menos.