EL CUERNO DEL CRUASÁN

Los Simpson no envejecen

Todos llevamos un Homer dentro, un Moe, una Lisa. Y algunos hasta lo llevan por fuera

JORDI PUNTÍ

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Hace unos días, los encargados de escribir en Twitter del PP y de Podemos decidieron elevar el nivel del debate político español y se increparon utilizando los personajes de la serie Los Simpson. Gran novedad, ¿no es cierto? Primero fueron los de Podemos, que compararon una foto de Bárcenas con el dibujo del mafioso Fat Tony, y al ministro Montoro con el siniestro señor

Burns. Al día siguiente los del PP contratacaron con un dibujo de un colgado con coleta, como Pablo Iglesias, y una foto de Íñigo Errejón al lado de Milhouse, el amigo mojigato de Bart Simpson. Los parecidos eran notables, pero eso no tiene mérito y cualquier comentario que se pueda hacer tenderá al aburrimiento. Si me refiero a ello es solo para destacar el fenómeno de los Simpson, y no el ingenio de los anónimos pesebristas de Twitter.

En diciembre se han celebrado 25 años desde la primera emisión de los Simpson. No habrá mucha gente, en el mundo occidental, que no haya visto como mínimo un episodio de la familia de color amarillo. Un cuarto de siglo sin perder la punta de ironía y la crítica social es toda una proeza. Además, con la globalización todos nos parecemos cada vez más y las burlas son más universales, sobre todo en cuanto a los tics consumistas de la clase media. Una parte del éxito de la serie es que precisamente sus personajes son arquetipos de todos nosotros, físicamente pero también en cuanto a los sentimientos, ideologías, gustos, etcétera. Todos llevamos un Homer dentro, un Moe, una Lisa, un Smithers, y algunos incluso lo llevan por fuera. Cada época y cada país ha reconocido a alguien que se parecía al señor Burns. En España ahora es Montoro, con su sonrisa llena de dientes, las orejas salidas y la mueca malévola. Hace 15 años quien se parecía a él era Joan Gaspart, entonces presidente del Barça.

Si ahora los partidos utilizan a los Simpson para lanzarse puyas es porque ya ha habido un relevo generacional. Los chicos que hay detrás del Twitter oficial de Podemos y PP son jóvenes y creerán que están inventando la sopa de ajo.