A los que esperan

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RISTO MEJIDE

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A los que esperan. Un resultado. Una analítica. Una operación. Una espera tan tensa que retuerce el alma. Una espera literalmente mortal. A los mal llamados acompañantes. A los que esta noche dormirán en el sofá de cualquier hospital. A los que dejan de pronto su vida por la de otro. Y en general, a los que plantan cara a la muerte ajena. A los que dedican su tiempo a salvar a los demás. A los que corren en dirección opuesta a la salida. Y a los que no se resignan ni se resignarán jamás. A los que no se rinden. Estas líneas van por vosotros. Estas líneas son para ti.

A los que lloran únicamente ante el espejo. A los que intentan seguir sonriendo cuando les preguntan qué tal. A los que se echan a sí mismos las culpas, a veces de la manera más absurda. A los que se cambiarían sin dudarlo por el paciente. Y a los que se aferran a una esperanza que ya nadie les da. A los que se sienten impotentes y sin embargo tienen que tomar las decisiones más difíciles. A los que se levantan a media noche sólo para mirar fotos. Y a los que sueñan que nada de todo esto ha pasado, que todo volvía a ser normal.

A los que estudian la cara de las enfermeras tratando de descubrir cualquier gesto que les delate. Analizando cada sonrisa forzada para sacarles esa información que al final será clave, creyendo que son jeroglíficos que hay que saber descifrar. A los que de pronto se ven obligados a hacer cursos acelerados de medicina. A los que cuentan los minutos entre toma y toma. A los que no entienden que un doctor se pase mañana y no ya. A los que no pegan ojo desde hace siglos. A los que salen al pasillo a darse la misma vuelta. A los que se saben de memoria el menú de bocadillos del bar. A los que se bajan a la calle para volver a empezar a fumar.

A los que casi nadie de ninguna familia apoya. A los que se acaban quedando solos y comprueban lo realmente solos que están. A los que todo el mundo suele poner excusas para no estar a su lado. A los que luego hay gente que encima critica. Negaré que lo he escrito, pero manda huevos que encima acaben teniéndose que justificar.

A vosotros, los que guardáis el silencio de las salas de espera. A vosotros los que calláis.

Un gracias se os queda pequeño.

Sois lo poco que nos queda de humanidad. La gran esperanza sin bata blanca. Nuestra brújula hacia algo parecido a la solidaridad. En este camino de ida y vuelta entre la vida y lo que haya más allá, en esta rotonda irreal en la que a veces nos toca dar vueltas y vueltas, vosotros sois la única señal luminosa. La razón por la que vale la pena luchar.

Así que os diga lo que os diga vuestra conciencia, os digan lo que os digan los que os dejan solos, los demás. Sois necesarios. Sois vitales. Seguid al pie de la cama. Seguid dándonos esta lección. Y sirva este pequeño texto para apoyaros. Sirva este humilde homenaje para acompañar al que acompaña, hoy y todos los días que vengan.

Porque sin vosotros, nada de todo esto tendría sentido.

Porque gracias a vosotros, todos recordamos lo que es amor de verdad.