Los propietarios

A Elena Ribera, diputada de CiU en el Parlament y, entre otras funciones, miembro de las comisiones de Interior, Educación y Justicia, no le gustó el espot con el que Freixenet celebra su centenario. Fue tan grande su disgusto que se lanzó a tuitear: «Freixenet buscando no perder cuota de mercado brinda por 100 años juntos. Acaba de perder dos millones de consumidores catalanes… potenciales». En vista del revuelo que originaron sus palabras, horas más tarde apostilló que en ningún momento había invitado al boicot y, si había dado pie a esta interpretación, pedía disculpas. Más allá de sus íntimas intenciones, lo que esconden esas letras es la constatación de que algunos se sienten propietarios de Catalunya y de su conciencia y creen que la trayectoria profesional, el prestigio o los beneficios de una empresa deben valorarse en función de sus opiniones respecto al 'procés'. Sin duda, una gran noticia para los que solo buscan medrar a costa de lo que haga falta, pero de una gran tristeza colectiva.

Un presidente que solo se dirige a los que piensan de una determinada manera (cuya mayoría solo las urnas ratificará), un gobierno que solo habla (y habla y habla) de un tema, una estrategia política reducida a una campaña publicitaria plagada de eslóganes brillantes, pero con un producto cargado de incógnitas y, por encima de todo, un asfixiante contrato de catalanidad que exige requisitos y pleitesía. Agotador.