Geometría variable

Los presupuestos del 2013, el dilema de Mas

JOAN TAPIA

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Madrid se mueve. No sobre la consulta, pero sí en el objetivo de déficit para Catalunya en el 2013. Y lo hace en la dirección señalada por Andreu Mas-Colell. La razón es clara. Rajoy ni quiere ni puede desear la asfixia financiera. Primero, porque si Catalunya cae en la insolvencia y no paga la deuda causará una severa pérdida de credibilidad al Reino de España. Segundo, porque está recibiendo serias presiones por parte de la sociedad catalana (la banca, el empresariado y otros) que le advierten de que desactivar la bomba de la sentencia del Estatut exige -como mínimo- un trato fiscal equilibrado (el principio de ordinalidad es clave) y en el 2013 la prioridad es un objetivo de déficit razonable que no suponga detraer de la economía catalana (con más ajustes o más impuestos) 4.000 millones.

Por eso -y por Valencia- Cristóbal Montoro elevó hace días el objetivo de déficit de las autonomías del 0,7% del PIB al 1,2%. Y este fin de semana ha admitido en Barcelona dos cosas sustanciales. Que el reparto del déficit será asimétrico porque las autonomías más endeudadas tienen mayor carga de intereses (lo que enfada a algunas autonomías del PP) y que el objetivo de déficit para Catalunya será superior al 1,2%. Alicia Sánchez-Camacho, que suele ser disciplinada, ha soltado lo del 1,8% y Montoro no se ha definido. Solo ha advertido de que nunca irá mas allá del 2%. Y entre el 1,8% que pide Camacho y el 2,1% que exige Mas-Colell no hay una diferencia abismal. Nadie sensato dejará a Catalunya sin presupuestos por el 0,3%, máxime cuando mientras tanto -lo decía ayer Pere Navarro-la prórroga implica que se recorte lo necesario para cumplir el anterior objetivo del 0,7%. Negarse a un presupuesto con un techo de déficit del 1,8% (incluso del 1,5%) y hacer ajustes superiores sería descabellado.

Mas-Colell insistirá hasta el final con un argumento sólido. El 2,1% es la tercera parte del déficit que la Unión Europea permite a España (el 6,3%). Aunque Montoro tiene otro argumento no menos relevante. Un déficit superior al del 2012 (1,96%) tampoco interesa a Catalunya porque el impacto en los mercados sería negativo. Y para la Generalitat la prioridad es generar confianza y volver a financiarse con normalidad. A parte de que más déficit no es gratis, sino que implica más deuda. Y la Generalitat exagera su esfuerzo fiscal del 2012 y ningunea el del Estado porque el desvío de la seguridad social se debe al aumento del paro. Ahí Madrid no tiene capacidad de actuar, salvo reducir pensiones (también a los catalanes).

Lo racional es pues que haya acuerdo. Pero ello puede conllevar más problemas políticos para Artur Mas porque parece que ahora ERC dice que no votará unos presupuestos con un déficit del 2,1%. El president se quedaría así sin mayoría parlamentaria para aprobar los presupuestos. Y encontrar otra mayoría le obligaría a inflexionar su línea nacionalista. Deberá decidir: o convencer a Junqueras y a qué precio, o buscar un nuevo aliado.

Lo que nadie entendería es que por dos o tres décimas no hubiera presupuestos. Ahora Mas puede decirle a Navarro que conviene esperar. Si Montoro propone algo razonable, negarse será apostar por la aventura rupturista. Algo que no interesa a un partido que se hizo hombre -en 1980- con aquel eslogan pragmático de «Ara convé».