Análisis

Los peligros del miedo

XAVIER RIUS

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Una de las consecuencias que suelen producirse tras atentados yihadistas en Occidente es que crezca la islamofobia. Afloran manifestaciones y opiniones contrarias al islam, hacia quienes lo practican, hacia las personas originarias de países islámicos y a su práctica. Rechazo que puede quedar en meras opiniones que se expresan sin temor a ser censuradas, o puede ir más allá con insultos a ciudadanos musulmanes, pintadas o campañas contra comercios y la existencia de mezquitas.

Otra de las consecuencias es que aflora, de un modo más o menos explícito, un sentimiento racista hacia aquellos que por su apariencia étnica o vestimenta, algunos piensan que son musulmanes, pese a que tal vez sean hindús sijs, africanos cristianos o, sencillamente, agnósticos. Fueron muchos los sijs estadounidenses que, tras los atentados del 11-S, dejaron de llevar turbante dado que se sentían señalados.

Este rechazo puede manifestarse en forma de insultos o agresiones, algo demostrable y sancionable penalmente. Pero junto a estas acciones hay otro rechazo más silencioso, y que puede ser igual de dañino, como es la aparición del miedo, la desconfianza y la sospecha hacia los vecinos que conocemos desde hace años, o hacia el inmigrante con el que nos cruzamos por la calle.

Se calcula que en España hay 1.700.000 musulmanes, de los cuales unos 450.000 viven en Catalunya, incluyendo en estas cifras también los españoles y catalanes conversos. No estamos acostumbrados a la diversidad étnica y religiosa como si lo están en Francia o el Reino Unido, donde desde hace un siglo viven ciudadanos originarios de sus colonias. Aquí la construcción de mezquitas ha generado en algunos lugares campañas de rechazo, pese a que una vez se han construido no han generado otro problema que el de las molestias por la mayor concentración de personas a algunas horas, molestias idénticas a las que provoca cualquier otra actividad. Y, afortunadamente, no ha cuajado el discurso racista impulsado por algunos grupos xenófobos para obtener réditos electorales. Plataforma per Catalunya, que obtuvo 67 concejales en el 2011, logró solo 9 el pasado mayo, y la repetición por parte del PP del discurso de Xavier García Albiol en otras localidades como Cornellà -donde el candidato popular tomó como consigna electoral el no a la mezquita- no fue recompensado por los electores.

Sentimiento de rechazo

Tampoco se generó ninguna ruptura social ni vecinal por los atentados del 11-M en Madrid, en los que también fallecieron muchos inmigrantes, pese a que es cierto que creció en algunos sitios el sentimiento de rechazo hacia ciudadanos magrebís.

Pero ahora corremos el riesgo de que aumente la desconfianza entre unos y otros, como reacción a las advertencias de que es posible un atentado en Catalunya y de las lógicas llamadas a estar observantes ante comportamientos sospechosos. Si el miedo y la desconfianza entre vecinos se extiende, los terroristas ya habrán tenido su primera victoria.