Los partidos, ante la cruda realidad

Rajoy descubre los sinsabores de carecer de mayoría absoluta. Y el PSOE, las virtudes de ser oposición responsable y centrar las políticas del Gobierno

Antonio Hernando y Soraya Sáenz de Santamaría, el pasado miércoles en el Congreso.

Antonio Hernando y Soraya Sáenz de Santamaría, el pasado miércoles en el Congreso. / periodico

ENRIC HERNÀNDEZ

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El transcurso del tiempo da y quita razones. ¿Dónde queda la altivez del PP reinvidicando el legado de Mariano Rajoy y exigiendo al PSOE que, aparte de facilitar su investidura, le diera un cheque en blanco para la legislatura? ¿Dónde el 'no de no' del socialista Antonio Hernando a toda entente con el Gobierno, entonado en pleno tránsito hacia el 'no es abstención'? ¿Qué fue de la condición de socio preferente del Ejecutivo que vindicó Ciudadanos tras mudar, asimismo, del veto al sí a Rajoy? ¿Y del liderazgo de la oposición de izquierdas que Unidos Podemos pretendía arrogarse?

La nueva (e inédita) aritmética parlamentaria ha sumergido a todos los actores políticos, los viejos y los ya no tan nuevos, en un gélido baño de realidad. Por orgulloso que esté de la 'ley Wert' o de la 'ley mordaza', sin mayoría absoluta a Rajoy solo le quedan dos opciones: o se aviene a revocarlas o se las revocará la oposición. Por hondas que sean sus heridas, el PSOE no puede cruzarse de brazos a la espera de que el PP busque aliados para perpetuar sus políticas económicas; está obligado a aprovechar su fuerza decisiva en el Congreso para forzar un giro social en beneficio de todos los ciudadanos, y en particular de los más desfavorecidos. La elevación del salario mínimo, la ampliación del déficit autonómico y la apuesta por un ajuste económico sin más recortes sociales son buena muestra de ello.

LA REFORMA CONSTITUCIONAL

El complicidad PP-PSOE altera también el guion de Albert Rivera y Pablo Iglesias. Los votos de C’s, útiles como palanca para descerrajar el 'no' de Pedro Sánchez, pierden valor con un PSOE aclimatado al papel de oposición responsable. Y con la derecha dulcificada por su fragilidad parlamentaria, la oposición de trinchera de Podemos pierde sentido.

Todos serán imprescindibles en la reforma constitucional a la que Soraya Sáenz de Santamaría ya ha abierto la puerta, todo un baño de cruda realidad para las fuerzas independentistas.