Editorial

Los 'papeles de Panamá'

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La publicación de los 'papeles de Panamá', que revelan la existencia de miles de sociedades ocultas en paraísos fiscales, supone un hito en la investigación de uno de los ámbitos más impenetrables sobre los que se mueve el mundo: el dinero oculto (alrededor de un tercio del PIB mundial). Vaya por delante el reconocimiento de que tener una cuenta en lo que se denomina un paraíso fiscal no tiene por qué ser ilegal. Es el argumento en el que muchos de los señalados van a escudarse. Ahí está el trabajo de la fiscalía y la Hacienda española -en nuestro caso-, que ya ha abierto diligencias, para dilucidar la legalidad de cada sociedad.

La divulgación de la información, que se realizará de forma progresiva, no tiene precendentes por su volumen (2.000 veces mayor que la de Wikileaks, por ejemplo) y es fruto de un acceso al sistema informático del bufete de abogados panameño Mossack Fonseca y la entrega de los datos sustraídos al diario alemán 'Sudeutsche Zeitung', compartida con el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (CIPI). El alud de datos pone en evidencia la inmensa trama de sociedades bajo las que se oculta el dinero al fisco en todo el mundo y la cantidad de gente importante -magnates, políticos, artistas, empresarios, deportistas...-, la elite de la sociedad en definitiva, que utilizan esas prácticas de la forma más natural. Una parte de ese dinero está ahí para eludir el pago de impuestos, pero otra muy importante procede del narcotrafico, la venta de armas, la explotación de seres humanos y una larga lista de lacras con las que convive la humanidad.

Son actividades que nuestros estados se han comprometido desde hace años a combatir y eliminar, pero sabemos que se hace menos de lo que se debería. Panamá, sin ir más lejos, ya no es un paraíso fiscal para España desde el 2011, porque ambos estados firmaron un convenio de colaboración fiscal. Con todo, estamos entrando en un nuevo escenario que arroja algo de optimismo en esta lucha. En la era digital, los hasta ahora infranqueables muros que protegían los secretos de los poderosos muestran sus primeras grietas. Debemos temer por lo que los estados puedan hacer con nuestra privacidad, como desveló Edward Snowden, pero el arma se está demostrando de doble filo, y quienes han pensado que el mundo era solo suyo están hoy un poco más desnudos.