NÓMADAS Y VIAJANTES

Los milagros de Francisco

El Papa Francisco aterriza en La Habana santificado por las autoridades cubanas y por los fieles, ya que fue el muñidor de las reuniones secretas entre Cuba y EEUU

RAMÓN LOBO

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El primer Papa latinoamericano aterrizó ayer en La Habana santificado de facto por las autoridades cubanas y por los fieles. Francisco fue el muñidor de las reuniones secretas entre La Habana y Washington que han desatascado uno de los últimos conflictos de la guerra fría. Para el régimen, el argentino Jorge Mario Bergoglio es un hombre providencial: ha obrado el milagro de alterar el que parecía inamovible rumbo de las relaciones con EEUU en un momento en el que la isla está exánime.

Sin la subvención de la URSS, ya extinta, y sin Venezuela, ahogada en sus propios problemas y sometida por un petróleo sin pulso, la mejor opción (y única) parece ser la norteamericana. Es la que debió ser desde 1959 si la CIA y el presidente Eisenhower no hubieran optado por la visión más ideológica, miope y simple que tanto les ha perjudicado (a ambos).

EEUU ha viajado durante casi 57 años en dirección contraria y la Cuba ilusionante de los 60 se ha dejado en el camino los ideales de libertad con los que los barbudos de Sierra Maestra cambiaron la historia de América Latina. Todos hemos salido perdiendo.

Este Papa-héroe lo es también para el pueblo cubano que intuye, más allá de los eslóganes y la propaganda, que se abre una oportunidad, tal vez única con un presidente como Obama en la Casa Blanca. Es tiempo de dejar la escasez estructural y soñar con una vida mejor.

Para las autoridades se trata de una visita de riesgo: que el entusiasmo popular se desborde y se transforme en la exposición de un malestar político. La aspiración de Raúl Castro es imitar los ejemplos de Vietnam y China, donde ha sido posible combinar el férreo control desde el partido único con una apertura económica hacia un capitalismo vigilado. No está tampoco en el interés de EEUU un cambio brusco.

Exceso de expectativas

En Cuba abunda la paciencia y el sentido del humor: en el carnaval ya aparecieron las primeras banderas de EEUU. Hace años pregunté a un músico en el café de Santiago de Cuba que cantaba canciones de la revolución y repetía las consignas oficiales, ¿y si EEUU le levanta el embargo y empiezan a entrar dólares? El hombre se quedó pensativo, tras unos segundos dijo en voz baja: «Pues haríamos una concienciación de que la americanos son buenos». Y en eso están.

Después de presidir dos misas al aire libre en dos plazas de la Revolución (La Habana y Holguín), lo que ya tiene guasa, pero no sé por parte de quién, el Papa viajará hacia Washington, donde se reunirá el miércoles con Obama, un presidente que en sus seis primeros años ha resultado decepcionante, quizá por el exceso de expectativas, y en que el último tramo va a dejar su huella: Cuba e Irán.

La parte difícil de la visita papal a EEUU estará en su discurso del jueves ante el Congreso, dominado por un Partido Republicano en campaña electoral y que está dominado a su vez por un discurso cercano a la extrema derecha y la xenofobia. No será un buen lugar para hablar del cambio climático, del que el Papa es un apasionado creyente, porque el Capitolio está repleto de negacionistas que dependen de las donaciones de las empresas contaminadoras. Ni para hablar de los excesos del capitalismo y la crisis causada por los depredadores de Wall Street y alrededores. O de su responsabilidad en el desastre humano que se vive en Oriente Próximo, y en particular en Siria e Irak.

EEUU es un país cristiano pero poco católico; tienen más predicamento las distintas iglesias evangélicas y las sectas televisivas que venden milagros a cambio de donaciones. Por el capitalismo hacia Dios pasando por los políticos a los que lubrican. Son los mercaderes del templo 2.0.

Baño de masas

El miércoles, además de ver a Obama, se reunirá con el alto clero de EEUU que, en gran medida, contribuyó a auparle al puesto de pontífice, y que se muestra descontento con él. No solo es su enfoque contra la pederastia, a la que han sido tan aficionados en EEUU, es su posición comprensiva con los gais, los divorciados y ahora con las abortistas.

El clero de EEUU es republicano, con lo que eso significa. No será esta una etapa fácil. A cambio, el Papa tendrá un baño de masas en Washington (donde verá a los sin techo), Nueva York y Filadelfia porque a los norteamericanos les encantan los reyes y las celebrities.

Este Papa es de los grandes; se ha construido más carisma que Wojtyla, al que une la habilidad política de Juan XXIII. Es verdad que habla más que hace, pero lo que dice, y cómo lo dice, ya es una novedad en una iglesia anquilosada y lejos de la realidad de sus fieles.