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Los juicios de Viviane Amsalem

dominical 653 seccion coixet

dominical 653 seccion coixet / periodico

ISABEL COIXET

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'Gett' (divorcio en hebreo) es la tercera película de una trilogía que empezó en el año 2004 con 'Take a wife' (Tomar una esposa) y siguió en el 2008 con '7 days' (7 días). Las tres películas están dirigidas por los hermanos Ronit Shlomi Elkabetz e interpretadas por Ronit Elkabetz. La trilogía recoge la historia del matrimonio de Viviane Amsalem y Elisha Amsalem, el nacimiento de sus cuatro hijos,  su vida con la madre de Elisha, muertes, funerales, discusiones y la desintegración de la pareja que, en realidad, nunca se llevó. 'Gett' es una película que transcurre en una única localización, un austero cuarto donde un tribunal rabínico imparte justicia durante cinco años. Sabemos que Viviane ha abandonado a su marido hace un año y que ha solicitado el divorcio. Él no quiere concedérselo. Poco a poco, un alucinante retrato de una parte de la sociedad religiosa hebrea aparece ante nosotros. Sin salir de ese cuarto modesto, donde tres rabinos examinan la vida de la pareja e intentan inútilmente convencer a la mujer de que vuelva con el marido, ya que no encuentran motivos para el divorcio (“no te pega, no bebe, mantiene a tus hijos, ¿para qué necesitas divorciarte?”), nos sumergimos en una cultura que alberga una absoluta falta de respeto por las mujeres y que solo desea perpetuar un código de conducta castrante e inhumano.

La actriz y directora Ronit Elkabetz compone con sobriedad un personaje complejo, sufrido, apasionado y púdico al que le da la réplica con maestría el actor Simon Abkarian. Año tras año, acompañamos a esta pareja en una travesía del desierto enloquecida y absurda. Él, un clásico ejemplo de hombre agresivo pasivo, sabe perfectamente que ella no puede más, que no le quiere y que su único deseo es simplemente ser libre y juega con su aguante, apareciendo y desapareciendo del tribunal, mintiendo, asegurando que sí, que esta vez le concederá el divorcio para desdecirse en el último momento.

Los testigos aportan gotas de comicidad al filme, que, como espectador, se vive con la intensidad de un 'thriller', aunque nada más alejado de un 'thriller' convencional. Con inteligencia, los directores apuntan pequeñas notas de color en el atuendo de ella, empieza vestida de negro de los pies a la cabeza y, poco a poco, introduce en su guardarropa el blanco y el rojo, aunque inevitablemente vuelve al negro. 

De nuevo el pelo aparece como un símbolo de todo lo que la religión establecida, hebrea o musulmana, odia: en un momento de la película, cuando Viviane no puede más, se suelta el pelo y lo empieza a acariciar con frenética desesperación: los rabinos del tribunal no tardan en llamarla al orden. Cuando Viviane les devuelve la mirada, hay en ella todo el profundo cansancio de una mujer que ha llegado al límite de sus fuerzas y el peso de miles de años en los que generaciones y generaciones de mujeres han sido juzgadas en nombre de religiones basadas en el desprecio a la otra mitad del mundo.