Análisis
Los inevitables recortes en pensiones
Josep Oliver Alonso
Catedrático de Economía Aplicada (UAB) y codirector de EuropeG.
JOSEP OLIVER ALONSO
La propuesta de actualización del sistema público de pensiones que el grupo de expertos aprobó ayer responde a necesidades en el muy corto, y también en el medio y largo plazo. Ahora, el problema es el hundimiento de los cotizantes que la crisis ha generado (a principios de la misma teníamos unos 20 millones, que se han reducido a cerca de 17 millones). Este elemento, combinado con el creciente envejecimiento del país, con un continuado aumento de pensionistas, y, en especial, por el incremento en la pensión media de los nuevos beneficiarios (que sustituyen a otros con pagas más bajas), ha puesto en tensión al sistema, que ya en el 2012 tuvo que recurrir al fondo acumulado en la expansión para atender las pagas dobles.
No obstante lo perentorio de este muy corto plazo, no es el determinante de la nueva propuesta de reforma que está hoy sobre la mesa. Ésta está anclada en factores estructurales, de creciente envejecimiento de España (y Catalunya es peor en este aspecto), incluso considerando una cierta entrada de inmigrantes en los próximos 40 años.
Según las últimas previsiones a largo plazo del INE, en el 2052 el volumen de individuos de entre 16 y 64 años (activos potenciales en el mercado de trabajo) habrá caído desde los 30,7 millones de hoy a los 20,8. Al mismo tiempo, los potenciales pensionistas (de 65 y más años) habrán aumentado desde los 8 millones a los más de 15. Y ello, en un contexto de caída total de la población desde los 46 a los 41,5 millones, significa que los ciudadanos de 64 y más años habrán pasado de representar el 17,4% en el 2012 al estratosférico 36,6% en el 2052, situando a España entre los países más envejecidos del mundo, si no el que más.
Estos son los guarismos que están tras una propuesta que, se mire como se mire, va a significar una rebaja de la pensión. ¿Hay otras soluciones? Pues, a corto plazo y que pueda decidirlas el Gobierno, muy pocas. Para garantizar el sistema habrá que mejorar la productividad de los ocupados, aumentar su número, reducir la prestación y tender a un sistema de pensiones acorde con las aportaciones a lo largo de toda la vida activa. La mejora de la productividad es inexcusable. El aumento de los cotizantes es más complejo, ya que su crecimiento depende del volumen de empleo y de la adecuada oferta laboral. Que, a su vez, es función de la natalidad, del saldo migratorio, de los cambios en la edad legal de jubilación y de la reducción de inactivos, especialmente mujeres.
¿Hay que reducir prestaciones? Probablemente, si. ¿Bastará con ello? Seguro que no. Esta propuesta es la segunda parte de la reforma del sistema que inicióJosé Luis Rodríguez Zapatero.Y no va a terminar ahí. Pero, al mismo tiempo, habrá que actuar en otras variables. Desde el fomento de la natalidad a la atracción de inmigración, otra vez. Hay que resituar el sistema para atravesar este choque demográfico tan severo. Más allá del 2060, dicen los demógrafos, todo volverá a la normalidad. Pero ya no estaremos aquí para verlo.
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