Los indignados y la Internacional del Calamar

Entre los indignados hay muchísima gente de buena fe, indudablemente. El problema es otro si lo que pretenden es que el resto de los ciudadanos los escuchemos y debatamos con ellos. El problema es que a menudo este tipo de movimientos, y el de los indignados no representa una excepción, corren el riesgo de quedar fatalmente atrapados en lo que yo denomino pensamiento circular, que no es lo mismo que el pensamiento mágico, pero se le parece.

El pensamiento circular se sustenta sobre una convicción absoluta: nosotros tenemos la razón. Además, rechaza cualquier terreno compartido que haga posible el debate y, por lo tanto, no admite comprometerse con el resultado de la discusión. Igualmente, tiende a ver a quien no comulga con sus postulados como a un enemigo. Imaginemos, por ejemplo, que los indignados de turno defienden el pulpo y rechazan el calamar, y usted los quiere convencer de que el calamar es buenísimo y tan digno como cualquier otro alimento marino. Le dirán que dice lo que dice porque la conjura urdida por la Internacional del Calamar le ha lavado el cerebro. Imaginemos que entonces usted se remite a las más prestigiosas revistas médicas para afirmar las bondades del calamar. Le replicarán que las revistas a que usted se refiere forman parte del mismosistema-la Internacional del Calamar-, manipulador y mentiroso por naturaleza, que hay que combatir. Si insiste, concluirán que, al fin y al cabo, usted no es más que un lacayo del sistema.

Un ejemplo palmario de pensamiento circular lo ha sufrido el propio movimiento de los indignados esta misma semana. Fue cuando una parte de ellos decidió, segura de tener la razón, que había que prescindir de la opinión de la mayoría y recurrir a la violencia. Para ellos, además de estar equivocados, sus compañeros, aunque no sean conscientes de ello, forman parte también de la peligrosísima y omnipresente Internacional del Calamar.