Dos miradas

Los imperfectos

EMMA RIVEROLA

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A la mujer que enlaza trabajos precarios que apenas le dan para sacar adelante a sus hijos le interesan muchísimo las opiniones de los barones socialistas sobre lo mal que lo hizo Pedro Sánchez. El joven que estudió con beca una carrera y dos másteres y que se ve forzado a largarse del país no puede dormir pensando en el pulso entre pablistas y errejonistas. El abuelo que mantiene a siete con su pensión está muy preocupado por el futuro de IU y no sabe si es mejor para esta dejarse fagocitar por Podemos o seguir asfixiada por la deuda del partido. Los tres están que no viven. Casi en el sentido literal. O eso es lo que deben de creer los políticos que tanto hablan de sí mismos. Y no es que los ciudadanos les ignoren. De hecho, ella no puede evitar tener simpatía por ese tipo al que los suyos van a cargar el muerto del fracaso, cuando fueron ellos los que le marcaron la senda. También el joven entiende que uno se caliente y tenga la ambición de ganar y patear el tablero. Y al abuelo a tiempo completo, ¡qué le van a contar a él de deudas!

Tenemos una izquierda imperfecta. Tan torpe, tan limitada, tan indignada, tan desconcertada y tan cautiva como muchos de nosotros. Pero carece de la valentía que la madre, el joven y el abuelo destilan cada día. El valor de dejarse la piel por conseguir un mejor futuro compartido.

Señores, dejen de hablar y hablar y hablar. Escuchen un poco. Y quizá aprendan.