Al contrataque

Los díscolos

Los diputados del PSOE contrarios a la abstención han ganado de momento solo la primera batalla, la del relato, porque apelan a la coherencia

Miquel Iceta en el comité federal del PSOE

Miquel Iceta en el comité federal del PSOE / periodico

ANA PASTOR

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Hace solo una semana, durante el último comité federal del PSOE, una de las preguntas más repetidas a sus líderes cuando llegaban a Ferraz era qué iban a hacer con quienes se saltaran la disciplina de voto. Siete días después la palabra 'expulsión' continúa tronando como el anticipo de una gran tormenta. Públicamente nos dicen que son expresiones demasiado duras pero en privado siguen manejándolas. «No está en la cabeza la expulsión», decía el jueves en el Congreso el presidente de la Gestora, Javier Fernández.

En unas horas sabremos si los diputados y diputadas que han dicho públicamente que votarán 'no' a Rajoy cumplen la palabra (se calcula que pueden ser unos 14). Y sabremos también si hay consecuencias por saltarse la orden de su partido. El reglamento del grupo parlamentario socialista contempla la posibilidad de acordar la libertad de voto por razones de conciencia, una vez oídas las razones del diputado.

Hay casos de indisciplina en la hemeroteca: reforma laboral, el proceso en Catalunya y la abdicación del Rey. Sin embargo, la gestora que dirige ahora el PSOE asegura que decir 'no' a Rajoy no tiene que ver con razones de conciencia, la ética o la moral. «Entregar el gobierno a la derecha y hacer presidente a Mariano Rajoy» lo es, defienden en el otro lado. Todo podría quedarse en una multa de 600 euros pero lo cierto es que el reglamento del PSOE incluye en su artículo 78 la posible expulsión si se considera «grave» la actuación del diputado. Eso lo decide la comisión de ética y garantías (cuyos miembros siguen siendo los de la anterior dirección).

COMO UN CLUB PRIVADO

Si hay expulsión de unos 20 diputados el PSOE se puede encontrar con el 'sorpasso' de Podemos que evitó en las elecciones del pasado junio. Así que veremos cómo gestionan este lío. Porque hay quien defiende estos días que estar en un «club privado» como puede ser un partido político exige aceptar sus normas y si no las compartes dimitir y marcharte. Pero también hay quien cree que la primera obligación de un diputado es responder a sus votantes. Y ahí está el problema. ¿El votante del PSOE escogió al candidato que defendió el 'no' a Rajoy y/o al partido que decía eso en la campaña e incluso después de las dos derrotas electorales y ahora ha cambiado de tesis? ¿Se pueden hacer compatibles ambos argumentos?

Los díscolos han ganado de momento solo la primera batalla, la del relato. Apelan a la coherencia. Diputadas como Rocío de Frutos Madrazo o Zaida Cantera dicen que quieren poder salir a la calle y mirar a la gente a la cara. Y frente a ellas los que intentan explicar con mucha dificultad que la abstención servirá para aplicar el programa electoral del PSOE gobernando el PP. Cuesta creerlo. Veremos qué sucede.