Los cuernos de Ciudadanos

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JUANCHO DUMALL

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La legislatura española ha empezado con un mayor nivel de acuerdos de lo que cabía esperar después de la aspereza del largo proceso que llevó a la investidura de Mariano RajoyEl Gobierno ha logrado pactar con el PSOE el techo de gasto y el reparto del déficit con las autonomías. A cambio, los socialistas se apuntan el tanto izquierdista de haber arrancado una importante subida del salario mínimo interprofesional.

Los protagonistas de ese nuevo espíritu pactista son la vicepresidenta, Soaraya Sáenz de Santamaría, y el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, por el flanco del PP, y los barones territoriales, por el lado socialista. Estos son los que han impuesto la dinámica de acuerdos desde la gestora del partido. Para los presidentes autonómicos del PSOE era esencial fijar los márgenes para sus respectivas políticas de gasto. Curiosamente, estos barones han aplicado la célebre política pujolista del peix al cove (barrer para casa, en una traducción muy libre) y han decretado el pragmatismo.

LA GRAN COALICIÓN

Quien, evidentemente, ha quedado descolocado en este esquema ha sido el partido de Albert RiveraCiudadanos ha resultado en este inicio de legislatura menos decisivo de lo que se pensaban sus diputados cuando dieron el  a Rajoy. Ahora descubren que el Gobierno prefiere los acuerdos con los socialistas. La cruel realidad es que Ciudadanos no era la primera opción del establishment. No se olvide que la preferencia del Ibex 35 era la gran coalición. Los acuerdos PP-PSOE de esta semana no son, obviamente, los de una coalición -no hay tampoco pacto de legislatura-, pero tienen el aroma de la garantía de la estabilidad.

Los socialistas saben que Rajoy tiene el botón nuclear de la convocatoria de nuevas elecciones y el PP ha aprovechado la coyuntura para mantener a raya a Rivera, que pasa por ser el marido engañado en esta historia triangular. El bipartidismo quedó mal herido en los últimos procesos electorales, pero no está muerto. PP y PSOE van a marcar los tiempos de una reforma constitucional inevitable.