Análisis

Los apóstoles del 'cuanto peor, mejor'

Viven días de ensueño mientras la mayoría, a un lado y otro, duda, se preocupa, se inquieta

Oriol Junqueras, este sábado, en el Consell Nacional de ERC.

Oriol Junqueras, este sábado, en el Consell Nacional de ERC. / RICARD CUGAT

LUIS MAURI

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En los años del primer tripartito catalán, presidido por el socialista Pasqual Maragall, el Dragon Khan era la metáfora de los vertiginosos altibajos de la coalición gubernamental, sacudida por la pulsión desestabilizadora de ERC y los desencuentros entre Maragall y su partido. Hoy, sumido el país en una alarmante dimensión desconocida, aquel Dragon Khan se antoja un manso carrusel infantil. Todo es relativo, claro.

En esta dimensión desconocida, nada es predecible. El tiempo y las longitudes aparecen distorsionados, se estiran y encogen de forma caprichosa, inaprensible. Las percepciones son engañosas y con frecuencia sumen a la razón en un delirio preñado de monstruos.

La economía ya se resiente, pero Junqueras no parece tener nada que decir

Quién o quiénes manejan los hilos y con qué propósito en este territorio ignoto donde no rigen las referencias convencionales son cuestiones que no suelen tener una respuesta precisa. Los hechos se suceden sin lógica evidente, al menos sin una lógica emparentada con el bien común. Los apóstoles del 'cuanto peor, mejor' viven días esplendorosos. Y la mayoría, a uno y otro lado, duda, se inquieta, se preocupa.

Hay datos que emergen sobre el magma confuso. La actividad turística ha caído el 15% en 15 días en Catalunya. En el mismo tiempo 691 empresas han mudado su sede a otras partes de España. Las agencias internacionales de ‘rating’ prodigan sus advertencias. La economía catalana ya está pagando los costes de la independencia pese a que esta no pasa de ser un desafío. Multitudinario, pero desafío, no realidad conclusa. Y entretanto, el vicepresidente económico de la Generalitat, Oriol Junqueras, guarda un silencio ensordecedor, incompatible con su cargo y de pésima consonancia con su ambición presidencial.

Otros muchos datos, sin embargo, se retuercen y desfiguran en la dimensión desconocida. Como la moral argumental que el Estado inyecta en las filas independentistas cada vez que la tensión parece relajarse. Sucedió el 1-O: si el Gobierno había dado por desactivado el sistema informático del referéndum y estaba claro que la cita no ofrecía garantías a ojos de nadie, ¿a cuento de qué rearmar el argumentario independentista con la injustificable represión violenta?

Encarcelamiento desproporcionado y discutible

Volvió a suceder este lunes con el encarcelamiento, democráticamente desproporcionado y jurídicamente discutible, de los líderes de la ANC y Òmnium. La decisión judicial, instada por la fiscalía, que tiene carácter jerárquico y cuyo máximo representante es designado por el Gobierno, acabó con la leve desescalada que podía leerse entre líneas en el intercambio epistolar de Puigdemont Rajoy.  ¿Hay una estrategia oculta en la dimensión desconocida? ¿Se trata de fomentar la radicalización del independentismo para alejar de él a las clases medias? ¿O de enviar un recado a los cuadros de la Generalitat? ¿O de no descuidar el flanco más radical del PP, que podría socavar la autoridad de Rajoy? Da igual, el resultado es el mismo: la inflamación del independentismo y el rearme del discurso de los profetas del 'cuanto peor, mejor'.