La rueda

Los amos de la austeridad

Es culpa de China afirman ahora quienes antes nos ponían a los chinos como modelo

Un inversor en la bolsa de Fuyang, en la provincia china de Anhui.

Un inversor en la bolsa de Fuyang, en la provincia china de Anhui.

ANTÓN LOSADA

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Mientras el mundo contiene el aliento ante el derrape global de las bolsas, la anemia de China, la solvencia del Deutsche Bank o la magnitud del error cometido por la Reserva Federal al abortar la política de intereses bajos, nosotros llevamos días ocupados en las cuitas de dos titiriteros y el ayuntamiento que primero los contrató, luego los denunció y ahora pretende convertirlos en mártires. Es la insoportable levedad de España. Solo faltaba el Partido Popular invocando a ETA, pero también se han unido a la fiesta.

Todo esto pasa por culpa del precio de las materias primas, trigo, maíz o cobre, los nuevos sospechosos habituales para muchos. Es culpa de China, afirman los mismos que ayer nos decían que China era el modelo y nuestra crisis era porque no trabajábamos como ellos. El problema reside en la caída del precio del petróleo, sostienen casi los mismos que nos explicaban cuando empezó la otra crisis que la causa yacía en lo caro que iba el crudo.

La incógnita es la situación real de la banca alemana y eso genera desconfianza, argumentan ahora quienes nos contaron que el problema eran nuestras cajas y nuestro carácter festero y gastador frente a la laboriosidad y la responsabilidad germana. La verdadera raíz del mal reside en la elevada deuda pública de los estados, nos descubren ahora los mismos que nos acusaron de haber vivido por encima de nuestras posibilidades y decretaron la era de los recortes y el sufrimiento masivos.

En la austeridad se construía la virtud del círculo que nos devolvería al crecimiento y al bienestar. Era y es mentira. Hemos sufrido, hemos pagado y nos hemos endeudado para ver cómo los amos de la austeridad que se hicieron ricos con esta burbuja se hacen ahora más ricos con su estallido mientras nos vuelven a echar la culpa. Ese es el verdadero problema.