La clave
Lo que el PP no quiere entender
Enric Hernàndez
Director
Director de EL PERIÓDICO desde el 2010 y licenciado en Ciencias de la Información por la Universitat Autònoma de Barcelona. En 1998 se incorporó al diario como redactor jefe de Política en Madrid. Un año más tarde, asumió la jefatura de la delegación y, en el 2006, fue nombrado subdirector. También trabajó en 'El País' como director adjunto y en el diario 'Avui', donde inició su carrera profesional.
ENRIC HERNÀNDEZ
Madrid, Valencia, Sevilla, Cádiz, Palma, Badalona, Castelldefels... El PP ha perdido la alcaldía de decenas de grandes ciudades donde sus listas fueron las más votadas el 24-M. El grueso de los alcaldables derrocados se han presentado como víctimas de "pactos entre perdedores", «cordones sanitarios», alianzas de las izquierdas radicales y demás zarandajas. Muchos en el PP se lamentan de que Mariano Rajoy no reformase la ley electoral para garantizar la alcaldía al ganador en las urnas, ley electoral como se propuso hacer un año atrás pero desistió por falta de consenso. No han entendido nada.
Lo que el PP no quiere entender es que las alianzas poselectorales no se forjan en cuatro días como fruto bastardo de la necesidad, sino durante cuatro años de ejercicio responsable y plural del poder. Que la inflexibilidad de hoy es el aislamiento de mañana. Que la mayoría absoluta, en lugar de un cheque en blanco para imponer el programa propio despreciando a quienes no lo refrendaron, es un depósito temporal de confianza que invita a ganarse el favor del conjunto del electorado.
El rodillo del ordeno y mando
Lo que no acaba de captar el PP es que el talante abierto y el diálogo permanente --con la oposición, con las autonomías, con los colectivos sociales, con el pueblo en suma-- no son síntomas de debilidad política, sino un imperativo democrático. Que transigir no es claudicar. Que el autoritario rodillo del ordeno y mando genera un clima irrespirable y unos anticuerpos imposibles de soslayar cuando la aritmética parlamentaria no acompaña.
Lo que el PP se niega a aceptar es que la española es una sociedad de centroizquierda con una izquierda política siempre fragmentada, pero presta a unirse frente a la derecha cuando esta se conduce como si fuera hegemónica. Que España es un Estado plurinacional. Que al pueblo catalán no se le somete a golpe de fallos del Constitucional.
Para homologarse con las democracias occidentales y enterrar por siempre su oscuro pasado, España necesita con urgencia una derecha moderna, liberal y tolerante. Si el PP renuncia a ejercer ese papel, otros ocuparán su lugar.
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