Gente corriente

Lluïsa Casanovas: «Me encanta escuchar: '¿Preparados? ¿Listos? ¡Ya!'»

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GEMMA TRAMULLAS

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Una mujer vivaracha abre la puerta de su domicilio en Barcelona. «¿Está Lluïsa, por favor?», pregunto. «Yo soy Lluïsa», dice. «Disculpe pero... ¿usted tiene 60 años?», insisto. «Me temo que sí». Una voluminosa melena de rizos pajizos y una sonrisa a lo Julia Roberts son la tarjeta de presentación de la campeona de España de salto de altura en la categoría de 60 a 65 años. Vestida con una camisa y unos vaqueros ajustados que acentúan sus largas piernas, parece casi una chiquilla.

-¿Toma alguna poción mágica?

-(ríe) No, pero mi lema esForever young[joven para siempre]. Desde siempre tengo mucha energía e ilusión por las cosas, no paro. Nunca he sido la típica señora que se queda en casa cocinando y planchando.

-No hace falta que lo jure.

-Yo era una niña calladita que no se atrevía ni a levantar la mano en clase, pero la vida me ha ido llevando a tener más confianza en mí misma y a atreverme a hacer cosas. Jamás pensé que iría a la universidad y me saqué Biología por la noche y ahora estoy aquí, saltando. Si me propongo algo, lo hago, aunque sea tarde. Todo es a base de esfuerzo.

-Al atletismo llegó pasados los 50.

-Mi hija pequeña hacía atletismo y yo la esperaba en las gradas de la pista. Alguien dijo que buscaban padres para formar un grupo de veteranos y pensé: «¡Esta es la mía!». Y en lugar de estar esperando sentada a que la niña acabara, me puse a rodar un poco por la pista.

-¿Cómo se sentía con las bambas puestas?

-Esas bambas tienen una historia. Mi hija mayor fue campeona de España de salto de altura a los 18 años, pero sufrió una lesión grave en la rodilla y tuvo que dejarlo. Aquello fue muy duro para ella y sus bambas de clavos se quedaron guardadas en un armario. Cuando empecé a entrenar en serio, en el 2006, lo hice con aquellas bambas.

-Pues le dieron mucho coraje.

-Empecé a entrenar en mayo y en junio ya competía en el campeonato de España de veteranos, donde quedé campeona de salto de altura en la categoría de 55 años. En dos meses igualé el récord de 1998.

-A eso se le llama una carrera fulgurante.

-Hay un porqué. En Catalunya solo estoy yo en salto y en España hay muy pocas mujeres de mi edad compitiendo. A veces somos solo dos, o incluso yo sola. Por eso me gusta ir a los campeonatos europeos, allí puedo competir con más mujeres.

-¿Cuál es su récord?

-Empecé con 1,15 metros y he llegado a 1,33. Ninguna atleta española de esta categoría ha saltado tanto y en Europa he quedado tercera en salto de altura y triple salto. Pero disculpe, no me gusta que parezca que me pongo medallas.

-Son suyas, se las ha ganado.

-No suelo ir por ahí explicando mi vida atlética. Trabajo en un laboratorio y si mis compañeros saben algo es porque he tenido que pedir algún día de permiso para ir a un campeonato. Los atletas veteranos no salimos en los periódicos y la gente ni siquiera sabe que existimos.

-Hoy se enterarán unos cuantos.

-A ver si se animan. Estoy buscando mujeres para que se apunten al Barcelona Atletisme Club, y no sabe lo que cuesta encontrarlas.

-El trabajo, los niños, la casa... La emancipación es estresante.

-Yo ya tengo a mis tres hijos criados, y aun así cuando llego a las pistas después del trabajo estoy hecha polvo . Pero cuando salgo a las nueve estoy mucho mejor. Hacer deporte me desestresa, me da paz y me hace sentir jovial. Batir mis propias marcas me da satisfacción y las competiciones me parecen muy divertidas. Me encanta situarme en el carril y escuchar: «¿Preparados? ¿Listos? ¡Ya!».

-Para alguien que tiene como lema Forever young, ¿qué se siente al cumplir 60 años?

-En atletismo tiene su gracia, porque cambias de categoría. Ahora estoy en la de 60 a 65 años, soy la más joven y ya he superado todos los récords. Pero el tiempo pasa muy rápido y no sé hasta cuándo tendré tanta energía. Antes una mujer de 60 años se consideraba mayor, pero tengo que mirarlo positivamente: yo no seré mayor hasta los 80.