LA CORTINA DE HUMO

Llevar la apuesta al límite

TONI AIRA

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Hace unos meses describí a Artur Mas como el Django desencadenado del wéstern de Quentin Tarantino. Dice ahora que pone el turbo, pero ya hace un cierto tiempo que metió la directa. Eso sí, ahora va más ligero de carga y además se siente del todo legitimado para reclamar a los otros la parte de riesgo que en justa correspondencia, siendo coherentes con su relato, les tocaría asumir. Ayer el president puso en valor que, a pesar de las muchas dificultades, él ha persistido en las demandas que le ha hecho una parte significativa y activa de la sociedad civil, para ahora ser él quien demande. Es la baza que le quedaba para intentar sumar opciones de éxito a un cambio que quiere histórico y que si se queda en simple recambio habrá sido un fracaso. Ahora Mas quiere que se vea claro si todo el mundo está dispuesto a arriesgar como él. ¿La respuesta puede ser el silencio y un arbusto que se arrastra solitario, como en las películas del Lejano Oeste?

Mas tiene claro que el punto de inflexión definitivo, el que le hace falta al sobiranismo para llegar con opciones de éxito a las elecciones del 27-S, no vendrá solamente de su mano. Él ya puso las urnas cuando las potentes entidades soberanistas de la sociedad civil organizada se lo pidieron, asumiendo un resultado electoral adverso el 25-N del 2012 y asumiendo además una querella por el 9-N del 2014. Le pidieron apostar al máximo, llevar su apuesta al límite, y lo hizo. Ahora además, para rematar la apuesta y disipar las dudas que pudieran quedar sobre su compromiso, ha llegado a sacrificar una fórmula electoral de éxito como lo ha sido CiU.

Este último paso, en este momento decisivo, era inevitable si Mas mantenía su compromiso con voluntad de victoria. Ahora podrá hacer como Oriol Junqueras, como Miquel Iceta, como David Fernàndez o tantos otros que, aun teniendo en su casa matices, no tienen quién los desautorice a cada pronunciamiento o iniciativa trascendentales. Se ha sacado del encima aquello que Alfredo Pérez Rubalcaba, hace un cierto tiempo en Barcelona, dijo en una comida en pequeño comité con federalistas que era «la gran baza contra el procés»: Josep Antoni Duran i Lleida.

He sido y soy aún hoy muy escéptico sobre el carácter plebiscitario de las elecciones del 27-S. Así las harán los ciudadanos, si creen en ello, si ven que pueden ser un antes y un después. Pero para que eso pase (o tenga opciones de darse), muchos tendrán que hacer cosas significativas y diferentes, que marquen una clara línea diferenciadora entre estos comicios y sus precedentes. Porque Mas no es el proceso y es evidente que él eso solo no lo hará. ¿Alguien recogerá el guante que lanzó ayer? Mis dudas sobre esto son las mismas que tengo sobre las opciones de éxito del proceso en general. Y no son pocas.