Al contrataque

Llegan los pedantes

ERNEST FOLCH

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Ya se sabe que a algunos la consulta se les está haciendo indigerible y por eso de vez en cuando está bien desengrasar un poco. Sean pues bienvenidas las pausas para el humor y la risa colectiva. En este intermedio entre la última locura de Wert y la próxima de Fernández Díaz, nos han dejado un pequeño resquicio para que nos echemos unas carcajadas gratis con el grupo de autoproclamados intelectuales que vienen para aleccionarnos sobre su gran obsesión: la consulta del 9-N. Y es que el proceso catalán será todo lo pesado que ustedes quieran pero no podremos negarle habernos dado algunos momentos para la eternidad: el maravilloso informe Margallo, las comidas de Navidad del ministro, la isla de Robinson de Rajoy y ahora la traca de manifiestos. A este circo le faltaba aún la aparición estelar de los últimos enanos, los pedantes que dicen, no rían, que han decidido pasar a la acción. Es así como ha aterrizado en nuestras vidas este inolvidable texto titulado Libres e iguales, que como ya es tradición denuncia el nacionalismo desde el nacionalismo, una especie de paradoja del mentiroso en la que cualquier idea, a partir de este instante, pasa a ser sospechosa.

Esta vez hay que reconocer aportaciones rompedoras, como pedir que ni siquiera haya diálogo, una petición perfecta para un carcelero pero extraña en un intelectual, a no ser que ya sean lo mismo. Pero donde está la auténtica miga es en este tono militar, que pide que ninguna infracción quede impune y exige mano firme contra los que desobedezcan no se sabe qué ley, delatando esta fantasía ya confesada de que nos vayamos todos a la cárcel.

Armas y manifiestos

Todas estas apelaciones a la libertad vienen de los tiempos pasados en que todo fue mejor y en los que aprovechando la existencia de ETA daban sentido a sus vidas acusando al nacionalismo, no al suyo sino al otro, de terrorista. Pero la dicha siempre termina: unos dejaron las armas y los otros siguen, erre que erre, escribiendo los mismos manifiestos, como un resorte. Hay que seguir insinuando violencias aunque el sujeto ya no sea ningún atentado sino dos manifestaciones pacíficas de más de un millón de personas.

Todas estas sandeces han sido objeto de atención por el mero hecho de que entre los abajo firmantes está un tal Vargas Llosa, que da cobertura a unos cuantos mindundis, confirmando la vieja sospecha de que ganar merecidamente un Nobel no evita el ridículo. Visto este espectáculo habrá qué preguntarse qué es un intelectual y si sirve para algo leer un libro o ni tan siquiera escribirlo, hete aquí el único debate que suscita el hilarante panfleto. Y es que hay muchos motivos para votar el 9-N, pero no me negarán que empieza a apetecer una consulta ilegal, no pactada y clandestina solo para ver la cara que se les queda a algunos.