Pequeño observatorio

«Te ha llamado Montse». ¿Qué Montse?

Estamos en el inicio, tímido pero significativo, de una posible revolución de los nombres de pila

Una imagen del documental 'Dont Look Back', sobre Bob Dylan.

Una imagen del documental 'Dont Look Back', sobre Bob Dylan. / EL PERIÓDICO

JOSEP MARIA ESPINÀS

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Tengo la impresión de que Josep, como nombre de persona, ha perdido la popularidad que había tenido. Mis dos abuelos se llamaban Josep como primer nombre. Y mis dos hermanos y yo fuimos bautizados, por orden de nacimiento, como Josep Maria, Josep Lluís Josep Oriol. Tengo la impresión de que con mi hijo Josep acaba la historia del josepisme familiar.

La continuidad de un nombre de pila me parece que está perdiendo vigencia. Las más recientes generaciones se sienten libres de las tradiciones en muchos aspectos. Ya hace años que Bob Dylan lo avisó con una canción de una fuerza que todavía hoy impresiona. Anunciaba: «Los tiempos están cambiando». «Las aguas han crecido y disponeos a nadar o a hundiros como piedras. Padres y madres, no critiquéis lo que no podéis entender. El presente, mañana, será pasado...».

Pero quizá no haya que dramatizar tanto. Sencillamente, las cosas cambian con la aparición de nuevas generaciones. A menudo la nueva gente elige nuevos equipajes. Vitales o estéticos. Otras músicas, unas nuevas relaciones intersexuales, otra visión del extranjero, porque el extranjero forma parte –novedad radical– del territorio en el que se puede vivir sin sentirse expatriado.

Dada esta transformación –o evolución– de costumbres, ¿cómo podría quedar al margen de ella la elección de los nombres personales? Pienso que estamos en el inicio  –aunque tímido pero significativo– de una posible revolución nominal. La primera libertad se desempeñó cuando a Maria la llamaron MariJosep fue Pep, la Dorotea fue Dori, y Montserrat fue Montse.

El paso siguiente, pienso, puede ser elegir un nombre recién inventado. Un nombre –una palabra– que guste a la persona que debe llevarlo. Una expresión verbal sin referencia. Seductoramente sonoro.Patentable. Un nombre que nadie más pueda llevar. La definitiva victoria del individualismo.