Editorial

El litoral catalán, amenazado de muerte

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El Laboratorio de Ingeniería Marítima de la Universitat Politècnica de Catalunya ha llevado a cabo un pormenorizado estudio prospectivo sobre los efectos del cambio climático en el litoral catalán y los resultados son demoledores: si nada cambia, a finales de este siglo el nivel del mar habrá aumentado entre medio metro y un metro, lo que significa que muchas playas habrán retrocedido de forma drástica y no pocas habrán desaparecido por completo. Es un pronóstico catastrófico, pero no catastrofista sino realista, porque viene avalado por el dato de que en los últimos tiempos las playas de Barcelona, por ejemplo, han retrocedido un promedio anual de 1,3 metros.

Los efectos del cambio climático ya hace tiempo que se notan en todo el planeta. En nuestro ámbito, las anormalmente altas temperaturas que hemos tenido hasta hace un par de días son la muestra más reciente de la alteración de los ciclos y reglas de la naturaleza debido a la irresponsable actuación del hombre. No hay peor ciego que el que no quiere ver, y es alarmante constatar que en el entorno catalán y español existe una conciencia aún muy baja sobre la gravedad de las dolencias de la Tierra y las consecuencias que tienen en la vida cotidiana de los ciudadanos de hoy y, lo que es peor, para las generaciones futuras. Los espectaculares avances científicos, médicos y tecnológicos de las últimas décadas han generado en muchas personas una falsa y peligrosa sensación: la de que los daños infligidos al medioambiente podrán ser revertidos cuando nos acerquemos a una situación límite, momento en el que, según esa teoría, los gobiernos del mundo se pondrán de acuerdo para adoptar medidas eficaces y de efecto rápido. Quienes así razonan no hacen más que rehuir la realidad, porque ese mañana ya es hoy: aún deben llegarnos las consecuencias negativas de acciones antiecológicas tomadas hace unos años, y las que adoptamos hoy se dejarán notar todavía dentro de años.

Si queremos que la Tierra siga siendo un lugar atractivo dentro de unas décadas -y que el litoral catalán no quede drásticamente afectado, con consecuencias demoledoras-, hay que adoptar decisiones enérgicas ahora. El compromiso ha de ser de cada ciudadano, pero sobre todo de los gobiernos. La próxima cumbre del clima de París debe ser un punto de inflexión. ¿Estará a la altura?