El listón

Valverde charla con sus jugadores.

Valverde charla con sus jugadores.

Sònia Gelmà

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Tres metros bajo tierra. Ahí es donde quedó el listón el agosto pasado cuando se combinaron de manera dramática la fuga de Neymar, la dolorosa derrota en la Supercopa y el fin de fiesta del último día del mercado de fichajes. Aquella era la situación y eso es lo que tenía que levantar Valverde.

Y poco a poco lo hizo, y mientras llegaban los resultados, fuimos benevolentes con el listón y supimos valorar la capacidad competitiva de un equipo en el que ya no creía nadie. Ahí está el mérito de Valverde, y cierto, el juego no ha sido nada del otro mundo. Lo admiten voces autorizadas de dentro del vestuario aunque se resisten a entregar a otro equipo esa hegemonía de excelencia en el juego. Un título que aún conserva el Barça, ni que sea por inercia. De hecho, el Madrid de agosto amenazaba precisamente ese privilegio, pero con el inicio de la competición, aquello quedó en un espejismo. Hay otros equipos que aspiran a ser admirados de esa manera pero para heredar esa etiqueta deberán sostenerse en el tiempo algo más que unos meses.

Desde la abundancia de los puntos, quizá sea el momento de levantar algo más el listón, la misma competición lo exige

Y así llegamos a este último parón de liga, con la sensación de no ser del todo merecedores de la ventaja porque el equipo en ningún momento ha sido brillante. Desde la abundancia de los puntos, quizás sea el momento de levantar algo más el listón, la misma competición lo exige. Este noviembre no solo va a poner a prueba el juego azulgrana, sobre el cual podemos aspirar una mayor fluidez pero que no puede disimular la pérdida de talento, sino también esa solidez defensiva que tantos elogios ha recibido. La parte más favorable del calendario ya está superada, y en ella había alguna prueba exigente como el Wanda Metropolitano, pero las próximas semanas deberán servir para saber si el equipo camina en alguna dirección concreta después de que el juego haya dejado dudas últimamente.

Hace unos días Sergio Busquets nos explicaba en Catalunya Ràdio lo que es una evidencia, el juego no es brillante. Pero más allá de que admitiera que siente, como la mayoría, un punto de nostalgia de la época de Guardiola, me chocó que dijera que desde entonces el fútbol ha evolucionado mucho y que los equipos ahora se preparan mucho mejor tanto a nivel técnico como físico. Mi sorpresa no fue tanto por su argumentación, sino porque hablaba como si hubieran pasado siglos. Seis años. Parece tan poco tiempo, y sin embargo, quedan tan lejos. Un listón inasumible hoy en día.