Los límites del populismo económico

La mayoría de las órdenes que ha firmado Trump no pueden aplicarse plenamente sin la aprobación del Congreso o deben superar otros obstáculos

El presidente electo estadounidense, Donald Trump, se dirige a los periodistas en la Trump Tower de Nueva York.

El presidente electo estadounidense, Donald Trump, se dirige a los periodistas en la Trump Tower de Nueva York. / periodico

ALEXANDRE MUNS RUBIOL

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Las intenciones de Trump son preocupantes, pero hay que matizar el tiempo y la probabilidad de que entren en vigor. La mayoría de las órdenes ejecutivas que ha firmado tienen en común que no pueden aplicarse plenamente sin la aprobación del Congreso o que deben superar obstáculos propios del sistema administrativo federal, estatal y de los condados. Ha firmado órdenes ejecutivas para relanzar la ampliación o construcción de los gaseoductos Dakota Access y Keystone XL.

La legislación vigente exige estudios de impacto medioambientales y la otorgación de permisos definitivos para poder realizar las obras. Dicha legislación es de rango superior a las órdenes ejecutivas. Trump ha prometido eliminar regulaciones laborales y medioambientales que supuestamente son trabas para las empresas, lanzar un ambicioso programa de construcción de infraestructuras y penalizar a las empresas que deslocalicen empleos. Pero del dicho al hecho hay un trecho.

La mayoría republicana del Congreso seguramente financiará la renovación de las envejecidas autopistasaeropuertos puentes. A menos que se involucre mediante concesiones a empresas privadas, aumentará la deuda de EEUU. La reducción del impuesto de sociedades y sobre las plusvalías, deseo de ampliar las fuerzas armadas y promesa de no realizar recortes a los grandes programas federales (pensiones, sanidad para jubilados y de menor ingresos) incrementará una deuda ya equivalente al 106% del PIB de EEUU.

Aunque sean medidas populares, Trump no puede dar por descontado que la mayoría republicana -que incluye a halcones fiscales deseosos de recortar la deuda- apruebe todo su programa económico. El tratado comercial TPP negociado bajo la administración Obama (con el apoyo de los Republicanos del Congreso) con 11 países de la cuenca del Pacífico no se someterá al refrendo necesario del Senado, pero Hillary Clinton también lo rechazaba. El impulso a la exploración de hidrocarburos en terrenos federales y las costas debe superar obstáculos administrativos y judiciales.

Los anuncios de Ford y GM de incrementar sus inversiones en EEUU en detrimento de México responden a una estrategia comercial. Los modelos que preveían fabricar en México son de menor tamaño y por tanto menor demanda en el mercado estadounidense. BMW y otros fabricantes no se han doblegado a las amenazas de imposición de aranceles. Trump no cuenta con un programa de sustitución de importaciones. Aranceles altos a importaciones chinasvietnamitas mexicanas se convertirían en mayores precios para el consumidor y provocarían represalias.

Si aplicara aranceles punitivos a importaciones gravaría asimismo los componentes que necesitan las empresas de EEUU. Las cadenas de producción globales emplean piezas elaboradas en diversos países. La relación económica EEUU-UE genera el 50% del PIB mundial y una tercera parte de los flujos comerciales globales. El estoc de inversión de EEUU en la UE es tres veces mayor del que tiene en toda Asia.

La demagogia se estrellará contra dichas realidades