Editoriales

La limitada renuncia de Duran

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Al final, Josep Antoni Duran Lleida ha hecho oficial su renuncia a la secretaría general de la federación de Unió y Convergència. Una decisión adelantada por este diario el pasado 8 de junio, que en ese momento estaba abierta a una retirada más amplia. El acuerdo final entre el líder democristiano y el de Convergència, Artur Mas, limita la renuncia a un cargo que tiene más de simbólico que de efectivo, y mantiene a Duran en dos puestos más importantes -portavoz de CiU en el Congreso y presidente de la comisión de Exteriores de la Cámara baja-, que le ofrecen una mayor proyección. En el aire queda, por ahora, si Duran volverá a ser cabeza de cartel de la federación en las elecciones legislativas del próximo año, pero esta es una decisión que depende de muchas variables, imposibles de aclarar en este momento. Con la solución pactada, pues, los dos líderes ganan tiempo a la espera de acontecimientos. Mas acepta el limitado paso atrás de Duran sin exigir otras renuncias que le hubieran apartado de la primera línea política o que hubieran desencadenado un conflicto abierto, y el líder de Unió mantiene el compromiso público con la consulta, la fecha y la pregunta por mucho que la procesión vaya por dentro.

A partir de ahí, habrá que evaluar diversas posibilidades:  si se abre un resquicio para el diálogo tras el encuentro Rajoy-Mas, cómo gestionará el president el día siguiente de un  9-N en el que difícilmente podrán instalarse las urnas, y si adelantará las elecciones autonómicas -y con qué programa acudiría CiU-, o si el presidente del Gobierno decide adelantar las legislativas.

Con este gesto, Duran logra margen de maniobra para actuar en caso de que la evolución de los acontecimientos le aconseje encabezar un nuevo proyecto político que rescate los restos del nacionalismo catalán tras un hipotético choque de trenes. Y, por otra parte, puede ser el primer paso del definitivo adiós si este gato viejo de la política constata que se ha quedado sin espacio.

De momento, Duran, que en Madrid ha perdido interlocutores en el Gobierno y la complicidad de Rubalcaba tras su retirada, ha ganado en Catalunya con la elección de Miquel Iceta como líder del PSC. Al menos, los dos parecen tener muy clara cuál es su apuesta, lo que no está nada mal para los tiempos que corren.